
“Quiero que mami vuelva”: hijo de Yaya, mujer asesinada por pareja lideró plantón que exige justicia
Familiares, amigos y defensores de derechos humanos exigieron frente a la Fiscalía en Santa Marta la recaptura de Mario Bastidas Hernández, confeso asesino de Jisneyth Juliana Gómez Escobar, quien quedó libre por vencimiento de términos. Su hijo pequeño, sin entender del todo la tragedia, encabezó la manifestación con el corazón roto y una voz que pide justicia.
El niño levantó la pancarta con sus manos. No entendía bien por qué su mamá ya no estaba con él, pero sabía que algo injusto había pasado.
“Quiero que mi mami vuelva”, decía su cartel, sostenido con esfuerzo entre las personas que se aglomeraron en los edificios de la Fiscalía en Santa Marta.
Él es el hijo de Jisneyth Juliana Gómez Escobar, conocida con cariño como Yaya, quien fue asesinada el 8 de enero de 2024 por su pareja sentimental, Mario Bastidas Hernández, en un acto de feminicidio que estremeció a la ciudad. Bastidas confesó el crimen, le dijo a la hermana de Yaya “ve a buscarla, que la maté” y luego se entregó. Pero hoy está libre, por vencimiento de términos.

Nadie entiende cómo un homicida confeso camina sin esposas por las calles. Ni su familia. Ni la ciudad. Ni los defensores de derechos humanos que se unieron al plantón convocado este lunes.
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“¿Cuántas mujeres más tienen que morir para que el sistema judicial actúe con rigor?”, cuestionó con indignación la defensora de derechos humanos Norma Vera Salazar, una de las voces más firmes en la manifestación.
“Es muy doloroso saber que los familiares de Yaya, además de sufrir su partida, ahora tengan que rogar por justicia. Uno no se explica cómo la Fiscalía y el juez permiten que se dilaten las audiencias. Este sujeto debe estar tras las rejas, no caminando libremente por ahí”, agregó Vera, con megáfono en mano y la rabia justa en su voz.
Junto a ella, padres, hermanos, amigos y ciudadanos del común exigieron la recaptura inmediata de Bastidas. Temen que escape antes de recibir la sentencia. Temen, sobre todo, que el caso quede impune.
Julio César Gómez, padre de la víctima, no pudo contener las lágrimas. “Le pido al juez que se ponga la mano en el corazón. No queremos que la muerte de mi hija quede en la impunidad. Ese hombre destruyó una familia, dejó un niño huérfano. Lo confesó ante las autoridades y ante los medios. ¿Qué más necesitan para hacer justicia?”, dijo.
En medio de los gritos, del calor y de la impotencia, el niño, el hijo de Yaya, seguía ahí. Sin entender del todo por qué su madre no regresa. Pregunta por ella. Sus familiares lo cuidan con ternura, pero saben que nada reemplazará el abrazo de su madre. “Este hombre no solo mató a Yaya, también le hizo un daño irreparable a ese niño”, susurró una tía, con la voz quebrada.
Hoy la familia ha pedido a la Procuraduría General de la Nación que investigue al juez del caso, por su conducta en la demora del proceso. Mientras tanto, el miedo, la frustración y el dolor siguen rondando a los Gómez Escobar. La exigencia es clara: justicia para Yaya, por ella, por su hijo y por todas las mujeres que ya no pueden alzar la voz.
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