
Unión sin norte: Alexis García renuncia y deja al equipo hundido en la crisis
La renuncia tras apenas tres partidos del segundo semestre agudiza la crisis del Unión Magdalena, que sigue sin encontrar rumbo en la B. Gerardo Bedoya asume en medio de un ambiente de derrota, escepticismo e indiferencia dirigencial.
Tres partidos del segundo semestre bastaron para que Alexis García hiciera las maletas y dejara el banquillo técnico del Unión Magdalena. Tres juegos sin victorias, sin juego, sin alma. El proyecto que prometía experiencia y dirección se disolvió tan rápido como la paciencia de los hinchas, que esta vez ya no reclaman —se resignan.
Gerardo Bedoya será el encargado provisional, pero pocos creen que pueda enderezar un barco que se hunde sin resistencia.
El equipo samario volvió a ser noticia, pero no por una hazaña deportiva, sino por el anuncio de una nueva salida en el cuerpo técnico. Lo que debió ser una apuesta seria para pelear por el ascenso, terminó en una renuncia prematura que refleja una verdad incómoda: Unión Magdalena está atrapado en su propia decadencia.
Una hinchada sin respuestas
La renuncia fue confirmada por las redes sociales oficiales del club. En cuestión de minutos, se desató una avalancha de comentarios, no de sorpresa, sino de frustración acumulada. “Cada semestre cambian de técnico como si cambiaran de uniforme. ¿Qué esperan que pase?”, escribió un seguidor en Instagram. Otros ni siquiera se molestaron en ocultar su desesperanza: “Esto es crónica de un nuevo descenso anunciado”.
El ambiente es desolador. Unión no juega a nada y la gente lo sabe. Lo que antes se vivía con pasión ahora se padece con silencio. Ni la tabla, ni las estadísticas, ni el calendario ofrecen razones para soñar. El equipo parece condenado a repetir los errores de siempre.
La voz que encendió más la crisis
A la tormenta deportiva se sumó una declaración que cayó como un baldado de agua fría. Eduardo Ávila, dirigente del club, no ofreció autocrítica ni soluciones. Su frase fue lapidaria: “Eso es lo que hay en la afición samaria, si quieren ver buen fútbol apoyen al Junior de Barranquilla”. Fue más que un desliz: fue una renuncia simbólica a pelear por el honor de una ciudad.
Las palabras generaron indignación entre los pocos que todavía defienden al Unión. “Nos dicen que si queremos fútbol, nos vayamos con el rival de patio. ¿Entonces para qué existe el equipo?”, reclamó un hincha en redes. En Santa Marta, el mensaje fue claro: la dirigencia se ha desconectado de su gente.
Gerardo Bedoya, entre la espada y el abismo
Gerardo Bedoya, recordado por su temperamento dentro y fuera de la cancha, llega con la difícil tarea de apagar un incendio sin agua. A su lado estará Luis Carlos Oliveros como asistente. Pero más allá de los nombres, lo que preocupa es la ausencia de un proyecto sólido. Bedoya asume un equipo golpeado, desmoralizado, sin ideas, sin gol y sin respaldo institucional visible.
La esperanza es mínima. La urgencia es total. Unión Magdalena no solo necesita ganar partidos: necesita reencontrarse con su historia, con su gente, con su dignidad deportiva. Pero hoy no hay señales de que eso sea posible.
En otras épocas, el Unión representaba la garra del Caribe, un símbolo del fútbol samario. Hoy, apenas sobrevive. La camiseta sigue siendo la misma, pero pesa más. En la tribuna, los cánticos se han cambiado por lamentos. La B no es una amenaza: es una realidad que ya se siente inevitable.
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