Una semana después de su fiesta de 15, Isabella murió en moto junto a su amigo Rafael de la misma edad


El siniestro ocurrido en Tasajera se llevó la vida de dos adolescentes llenos de sueños y de Wualdir Rodríguez, un adulto que viajaba en el otro vehículo. Tres familias lloran una tragedia que pudo evitarse.

El caso de Isabella golpea con especial fuerza. El pasado fin de semana, su casa en Ciénaga estuvo llena de música, sonrisas y abrazos por la celebración de sus 15 años. Sus padres la vieron bailar y reír, soñando con su futuro. Hoy, apenas ocho días después, esos mismos padres se preparan para darle el último adiós.

Rafael Santiago, quien viajaba con ella en la moto, era hijo único. Su madre, que volcó toda su vida en él, enfrenta ahora un dolor imposible de describir. “Se me fue lo único que tenía, mi razón de vivir”, repetía entre lágrimas, acompañada por vecinos y amigos que aún no asimilan la noticia.

El tercero en la lista de víctimas fue un adulto identificado como Wualdir Rodríguez Manjarrés, quien se movilizaba en el otro vehículo involucrado en el choque. Su muerte también deja un hogar roto y otra familia sumida en la incertidumbre del duelo.

El accidente

El siniestro ocurrió en la noche del domingo, en el barrio Adonai de Tasajera. Dos motocicletas colisionaron de frente en circunstancias que aún son investigadas. 

El impacto fue tan violento que Isabella y Rafael salieron despedidos varios metros, mientras los gritos de vecinos y transeúntes rompían la calma de la noche.

Los jóvenes fueron trasladados de urgencia a centros asistenciales, pero las heridas eran demasiado graves. Ninguno logró sobrevivir.

Una seguidilla mortal

La tragedia de Tasajera no fue la única del fin de semana. Horas antes, en la misma Troncal del Caribe, a la altura de Casa Loma, dos jóvenes oriundos de Orihueca —Tomás Zúñiga Jiménez y otro menor conocido como “Culebrita”— murieron tras chocar en moto contra un tractocamión cargado de cilindros de gas. Otro joven, Jarrinson Carbono Fontalvo, resultó herido en el mismo hecho.

En total, cinco muertes y un lesionado en solo dos días.

Las escenas de llanto y desconsuelo en Ciénaga, Tasajera y Orihueca muestran el impacto de estas pérdidas. Cuatro jóvenes que apenas comenzaban a vivir y un adulto que veía en la moto su medio de transporte cotidiano se sumaron a las cifras negras de la accidentalidad en el Magdalena.

Los siniestros exponen una vez más la problemática alrededor de la imprudencia vial y la fragilidad de la vida en una carretera que cada semana se convierte en escenario de dolor.

Hoy, las familias de Isabella, Rafael, Wualdir, Tomás y “Culebrita” cargan con un vacío imposible de llenar.


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