Una joven de 16 años iba como parrillera y terminó muerta bajo una tractomula


La adolescente murió tras ser arrollada por un vehículo de carga pesada en la variante Sincelejo–Tolú. El conductor de la motocicleta, un joven ciclista, quedó gravemente herido. La comunidad llora a una estudiante alegre cuyo futuro se truncó en segundos.

La madrugada del lunes 2 de junio dejó una escena dolorosa en el municipio de Sincelejo. A las 12:30 a.m., en la variante que conecta con Tolú, una tractomula hizo un fuerte sonido. Minutos después, el cuerpo sin vida de Ana Sofía Urzola González, de apenas 16 años, yacía en el pavimento frente al estadero La Habana, en el barrio Vallejo.

Ana Sofía, estudiante del Instituto Técnico Industrial Antonio José Prieto, iba como parrillera en una motocicleta conducida por Felipe Andrés Pereira Cárdenas, un joven de 21 años, conocido en la zona por su participación en competencias de ciclismo.

El vehículo de carga —una tractomula con placas SRD 434 que transportaba maíz desde Tolú con destino a Medellín— los arrolló en circunstancias que aún investiga la Policía de Tránsito.

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Ella murió en el acto, aplastada por las enormes llantas del camión. Felipe, con múltiples fracturas y lesiones internas, fue trasladado de urgencia a una clínica de Sincelejo, donde permanece bajo observación médica, con pronóstico reservado.

Las primeras versiones apuntan a una posible conducción bajo efectos del alcohol, aunque las autoridades no han confirmado este aspecto. Por ahora, las investigaciones se centran en determinar con exactitud qué ocurrió en los minutos previos a la tragedia.

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Ana Sofía vivía frente a su colegio. Cada mañana cruzaba la calle con su uniforme para asistir a clases. Este martes, sus compañeros no la vieron llegar. En cambio, se encontraron con la desgarradora noticia de su muerte. “Era una niña alegre, participativa, siempre con una sonrisa”, dijo entre lágrimas una de sus profesoras.

La comunidad educativa del Técnico Industrial y el barrio Vallejo están de luto. La muerte de Ana Sofía no solo deja un vacío en su familia, sino también en sus amigos y en todos aquellos que compartieron con ella la cotidianidad de un presente que, hasta hace poco, parecía tener todo el futuro por delante.

Un accidente, una madrugada, una vida apagada.


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