
Un rompecabezas mortal: el terror se instala en Santa Marta tras el hallazgo del torso del biólogo italiano
Primero hallaron su cabeza y extremidades, luego su torso. Todo embalado en maletines, como si los asesinos quisieran dejar un mensaje. La víctima sería un científico europeo que llegó a la ciudad el 3 de abril.
Santa Marta amaneció este lunes envuelta en un aire más pesado que de costumbre. Desde el domingo, cuando se encontraron partes humanas—la cabeza y las extremidades de un hombre—en el sector de Bureche, la ciudad no habla de otra cosa. Pero fue la escena descubierta este lunes en las aguas turbias de un río lo que terminó por sellar la pesadilla colectiva: apareció un torso humano, también dentro de un maletín, como si los asesinos quisieran dejar un mensaje. Un mensaje macabro, fragmentado, entregado en piezas. Como un rompecabezas que exige ser armado con horror.
Y con cada pieza encontrada, el caso se vuelve aún más estremecedor.
El torso fue hallado en la zona de La Platina, donde habitantes del sector notaron un olor nauseabundo y el vuelo anormal de aves carroñeras. La curiosidad —mezcla de sospecha e instinto— los llevó hasta la orilla. Allí, envuelto como un objeto olvidado, yacía el maletín. Dentro, el tronco de un hombre, sin cabeza ni extremidades. Un espanto.
Todo apunta a que pertenece al mismo cuerpo cuyos restos fueron encontrados el día anterior en Villa Betel, también en un maletín. Las autoridades, aunque esperan confirmación forense, ya tejen las piezas de esta historia siniestra. Y lo que han revelado hasta ahora estremece aún más: la víctima sería Alessandro Coatti, un biólogo italiano, de renombre en su campo, residente en Londres.
¿Qué vino a hacer a Santa Marta? ¿Con quién se reunió? ¿Por qué alguien querría asesinarlo de esta manera tan salvaje? Las preguntas son tantas como los fragmentos en los que fue dividido su cuerpo. Y ninguna tiene aún respuesta.
Estaba desaparecido desde el viernes
Según los reportes oficiales, Coatti llegó a Santa Marta el 3 de abril y se hospedó en un hostal del Centro Histórico. El viernes, salió del lugar y fue visto por última vez abordando un taxi. Luego, la nada. Hasta que el horror se hizo visible, primero en la tierra, luego en el agua.
La puesta en escena del crimen tiene elementos demasiado precisos como para no pensarlo dos veces: maletines idénticos, ubicaciones distintas, un cuerpo repartido. No se trata solo de ocultar un asesinato, sino de enviar un mensaje. ¿A quién? ¿Por qué? Las autoridades aún lo investigan.
Por ahora, la Alcaldía ofrece una recompensa de 50 millones de pesos a quien brinde información que permita esclarecer este crimen. Un rompecabezas macabro cuya última pieza podría revelar no solo el rostro de un asesino, sino quizás los secretos que trajo Coatti consigo desde Europa hasta estas tierras tropicales.
Santa Marta no está acostumbrada a crímenes con esta dosis de frialdad y teatralidad. Esto no fue un asesinato improvisado. Fue un acto calculado, brutal y simbólico. Como si los restos de Alessandro fueran parte de una advertencia. Como si alguien quisiera que cada parte del cuerpo fuera encontrada en tiempos y lugares diferentes para alargar el terror. Para dejar claro que pueden hacerlo. Y lo hicieron.
Mientras la investigación avanza a contrarreloj, la ciudad permanece en vilo. Todos miran a su alrededor con recelo. Todos se preguntan quién está detrás de esto. Porque, en esta historia, el verdadero rompecabezas no es el cuerpo… sino el crimen.
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