
Tragedia en Santa Marta: un joven creador de contenido murió y un músico cristiano lucha por su vida
La mañana del domingo quedó marcada por la tragedia en Santa Marta: dos motocicletas chocaron de frente en la Vía Alterna a la altura de Punto Cinco. El accidente dejó como saldo la muerte de un joven de 18 años, y otro de 22 años, grave en una clínica.
En la vía alterna se registró un violento siniestro vial. Dos jóvenes terminaron en el pavimento con heridas graves tras la colisión de sus motocicletas.
Según versiones preliminares, Armando Buendía, quien conducía una motocicleta Boxer de placas RPM-33H, intentó superar a un tractocamión a gran velocidad. En ese momento, perdió el control y se encontró de frente con la Honda Navi de placas YKJ-51E, manejada por Ricardo Goenaga, quien iba camino a su iglesia cristiana en el barrio San Fernando. El impacto fue devastador.
El adiós a “Chorito”
Armando, de apenas 18 años y residente en Timayui 2, era conocido entre sus amigos como “Chorito”. Con sus contenidos en redes sociales y su carácter alegre, se había ganado el cariño de quienes lo rodeaban.
Tras el choque, fue trasladado de inmediato a la Clínica Bahía, pero los médicos no pudieron salvarlo. Murió minutos después, dejando a su madre y a sus familiares en un estado de profunda conmoción. Su corta vida, llena de sueños y proyectos, se apagó de forma repentina en una vía peligrosa.
Ricardo, entre la vida y la muerte
El otro joven involucrado, Ricardo José Goenaga, de 22 años, es bajista de la iglesia cuadrangular y vecino del barrio San Fernando. El domingo se dirigía a cumplir con el culto religioso cuando el accidente lo dejó gravemente herido. Permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos de la misma clínica, aferrado a la vida mientras sus seres queridos oran por su recuperación.
La imagen de su familia y hermanos de la iglesia esperando noticias en el centro asistencial reflejó el drama de una comunidad que clama por un milagro.
Dos madres devastadas
El accidente no solo dejó un muerto y un herido: también partió en dos el corazón de dos familias. La madre de “Chorito” vivió el dolor de perder a su hijo en plena juventud, mientras la de Ricardo enfrenta la angustia de verlo debatirse entre la vida y la muerte. Ambas historias se cruzaron de manera trágica en un mismo punto de la ciudad.
Este caso volvió a poner en evidencia la crudeza de la siniestralidad vial en Santa Marta. La imprudencia, el exceso de velocidad y la falta de precaución se sumaron una vez más en una ecuación mortal.
Las cifras de accidentes en la capital del Magdalena se han convertido en un drama recurrente, y este domingo no fue la excepción. La ciudad amaneció con un nuevo luto y la reflexión obligada sobre los riesgos de la imprudencia al volante.
La muerte de “Chorito” y la lucha por la vida de Ricardo se convirtieron en tema de conversación en barrios, redes sociales y templos. Dos jóvenes con caminos distintos —uno creador de contenido y otro músico evangélico— terminaron unidos por una misma tragedia que sacudió a Santa Marta.
En Timayui y San Fernando, la tristeza es compartida. El dolor de las familias se mezcla con la impotencia de una ciudad que cada semana despide a sus jóvenes en accidentes de tránsito que parecen no tener freno.
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