El ataque armado contra un vehículo en el sector de la cancha Malibú no tenía como objetivo asesinar, sino advertir. Autoridades investigan si se trata de extorsión o ajustes de cuentas, mientras crece el temor en la comunidad.

Los disparos volvieron a causar pánico en Gaira, al sur de Santa Marta. Esta vez el blanco fue un vehículo particular, un Honda Civic color gris, que terminó con la carrocería marcada por las balas en plena vía del sector de la cancha Malibú.

De acuerdo con la investigación preliminar, sujetos en moto llegaron hasta el lugar y abrieron fuego contra el carro que estaba estacionado. No había nadie dentro. “Nunca hubo intención de matar en ese momento, fue un mensaje de advertencia”, reveló un investigador judicial consultado sobre el caso.

El propietario del vehículo —cuyo nombre no ha sido revelado por motivos de seguridad— había descendido minutos antes y entrado a una vivienda cercana. Al escuchar las detonaciones se escondió y al rato salió a la calle para encontrarse con su carro tiroteado. Aunque sabe que se salvó de una tragedia, tiene claro que el ataque fue un aviso: “no lo buscaban para matarlo, sino para advertirlo”.

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La hipótesis que más fuerza toma es la de una extorsión que no habría sido pagada. No se descartan tampoco viejas cuentas pendientes o problemas personales. Lo cierto es que el hecho confirma la manera en que grupos armados imponen su propia ley en Gaira, donde comerciantes, paga diarios y habitantes denuncian sentirse sometidos por amenazas y exigencias de dinero.

En este sector de Santa Marta, aseguran las autoridades, opera una estructura criminal que “comanda la parada” y que aplica la norma del miedo: quien no acata las exigencias, paga las consecuencias.

Aunque la Policía anunció el refuerzo de operativos en la zona, el atentado volvió a estremecer a los habitantes, que sienten que cada disparo recuerda de que nadie está completamente a salvo.

Por ahora, las investigaciones buscan identificar a los sicarios en moto que ejecutaron el ataque. Pero entre la comunidad queda la alerta encendida: ayer fue un carro, mañana podría ser su dueño.