Johan Arley Tovar Díaz salió de su casa en el barrio Uribe-Uribe de Sincelejo para comprar lo que faltaba para la celebración de su cumpleaños con su familia. Minutos después fue asesinado a tiros. Su madre lo esperaba con un pudín y una vela encendida.

Johan Arley Tovar Díaz salió en su bicicleta a comprar una gaseosa para acompañar el pudín que su madre había preparado. Era su cumpleaños. No alcanzó a regresar. Dos hombres en moto se le acercaron y le dispararon en plena calle del barrio Uribe-Uribe, en Sincelejo.

El joven cayó al pavimento, mientras su bicicleta quedó a un costado. Vecinos corrieron al escuchar los disparos, pero ya era tarde. La gaseosa que alcanzó a comprar quedó tirada junto a él.

Su madre escuchó los gritos desde la casa. Salió descalza, cruzó la calle y lo encontró tendido en el suelo. “Él solo salió por una gaseosa…”, repetía mientras lo abrazaba, sin poder aceptar lo que veía.

En la mesa del comedor seguían las picadas y la vela y en la pared los globos para la fiesta de cumpleaños. El pudín esperaba intacto. Las autoridades llegaron poco después para acordonar el área y hacer el levantamiento del cuerpo.

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Las personas que lo esperaban en casa no podían creer que el ambiente de festejo se convirtiera en uno de dolor y desconcierto.
Con la muerte de Johan, Sincelejo suma 45 homicidios en lo que va del año. La comunidad del barrio Uribe-Uribe exige justicia y mayor seguridad.

Su madre aún conserva el pudín, como último recuerdo del hijo que soñaba con celebrar un año más de vida, pero terminó perdiéndola el mismo día en que debía soplar las velas.