Silvana, la joven de 22 años que mató a su hija: en redes colocaba mensajes de amor a la menor


No tenía antecedentes de violencia ni diagnóstico psiquiátrico. Fue señalada por la Fiscalía como autora del homicidio de su hija de dos años. Su defensa alega inimputabilidad por trastorno mental.

Hasta hace unos días, Silvana Torres parecía una joven como muchas otras. Criada en Manizales, vivía con su hija Antonella de 2 años en un conjunto residencial del barrio San Sebastián. Estaba presente en redes sociales, compartía reflexiones sobre la niñez en TikTok, y en Facebook reunía más de 4.500 contactos. Nadie, ni vecinos ni conocidos, reportó señales de alerta que anticiparan el horror que estaba por ocurrir.

El sábado 26 de julio, la tranquilidad del conjunto se rompió. Antes del mediodía, Silvana en un ataque de ira atacó a su hija con un cuchillo dentro del apartamento. La niña fue trasladada con heridas graves al Hospital Universitario de Caldas, donde falleció minutos después. Silvana, que también se autolesionó, fue estabilizada en urgencias y quedó bajo custodia de la Policía. Su confesión ante los médicos de la Clínica San Juan de Dios fue clara y estremecedora: «Me enceguecí, me llené de rabia, fui a la cocina por un cuchillo, le hice daño a mi hija y me quería morir. Sé que me odian por lo que hice.»

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Esa frase marcó el inicio de una investigación penal que tiene hoy a Torres enfrentando cargos por homicidio agravado. Pero la defensa no busca negar lo ocurrido. Su estrategia será sustentar una inimputabilidad, alegando que Silvana no contaba con la capacidad mental para entender la ilegalidad de sus actos en el momento del crimen. Trastornos mentales no diagnosticados, presión emocional acumulada, una posible inmadurez psicológica: todo será materia de análisis judicial y forense.

En el vecindario, la noticia cayó muy duro. Nadie recuerda escenas de maltrato, ni gritos, ni alertas. Algunos la vieron en días recientes paseando con su hija, otras madres incluso conversaban con ella en el parque infantil del conjunto. Nada que permitiera prever una tragedia de este calibre. La comunidad se quedó sin respuestas y llena de preguntas.

La familia paterna de la pequeña Antonella, devastada, publicó un comunicado pidiendo respeto y prudencia ante el dolor. Solicitaron no difundir imágenes ni videos de la menor en redes sociales, un llamado que también interpela al manejo mediático y ético de este tipo de noticias.

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Mientras Silvana permanece en custodia a la espera del avance del proceso judicial, el país debate las implicaciones del caso. ¿Qué puede llevar a una madre a actuar contra su propia hija? ¿Qué vacíos del sistema de salud mental quedaron al descubierto? ¿Cómo identificar señales de alerta antes de que sea demasiado tarde?

Silvana Torres ya no es la joven sonriente de redes sociales, ni la madre que hablaba con ternura de lo rápido que pasa la infancia. Es hoy el rostro de un drama que sacude a una ciudad y a un país entero.

Y mientras el proceso legal sigue su curso, la memoria de Antonella queda como un símbolo doloroso de lo que se perdió. Una vida pequeña que no alcanzó a crecer, víctima de una violencia que llegó desde donde nadie la esperaba.


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