En menos de 48 horas, Santa Marta registra dos homicidios. El más reciente cobró la vida de un hombre de 45 años, conocido como Cheo, asesinado a sangre fría mientras compartía en una tienda.

Eusébio Manuel Oyaga Martínez más conocido como Cheo estaba donde siempre. Sentado, tranquilo, con la misma calma con la que solía ver pasar la vida. En la tienda del barrio Ondas del Caribe no era un extraño, era común verlo ahí sentado. Saludaba, conversaba, opinaba. La noche de este martes no era diferente. No parecía preocupado, no había señales de tensión. Hasta que pistoleros lo cambiaron todo.

Fue cuestión de segundos. Una motocicleta con dos hombres irrumpió en la escena. No hubo palabras, no hubo advertencias. Solo disparos. Varios. Claramente dirigidos. Había más personas, sí, pero iban por Cheo. Y fue a él a quien atacaron y remataron.

Los disparos generaron momento de caos y desesperación. Los gritos no tardaron: “¡Mataron a Cheo, mataron a Cheo!”. El pánico se extendió como una ola entre vecinos, testigos y amigos.

Aún con vida, aunque bañado en sangre y apenas respirando, intentaron salvarlo. Lo subieron como pudieron a una moto y emprendieron la carrera desesperada hacia la clínica Los Nogales. Pero Cheo no resistió. Llegó sin vida.

Afuera, la escena era devastadora. Llantos inconsolables. Miradas perdidas. Reproches contra un destino injusto y violento. Su familia, desbordada en dolor, apenas podía articular palabras. Nadie entendía por qué. Nadie sabía cómo explicar lo que había pasado.

Santa Marta suma así otro nombre a la lista de víctimas que dejan las balas. En apenas dos días, dos muertos. Y una ciudad que se acostumbra peligrosamente al sonido de la violencia y los llantos de familias que ven morir a sus seres queridos.