Salieron de Fundación con la intención de resolver un asunto en Santa Marta. No los atendieron. De regreso, fueron interceptados por sicarios en moto y asesinados a plena luz del día. Los homicidas fueron capturados tras una persecución militar.

No alcanzaron a volver a casa. Andrés Felipe Ochoa, de 22 años, y su primo Harold Maestre fueron asesinados a tiros en la doble calzada Santa Marta – Ciénaga, a la altura de Drummond, cuando regresaban a Fundación después de un viaje fallido a la capital del Magdalena.

Todo salió mal desde que partieron. El objetivo del viaje era resolver un trámite. Al menos eso le dijeron a su familia.

Andrés, exjugador de las inferiores del Unión Magdalena, les dijo que buscaría un paz y salvo con el club. Había expresado que aprovecharía el día para hacerlo, sin saber que por ser festivo las oficinas estarían cerradas.

Sin lograr su cometido, emprendieron el camino de regreso. En la vía, una patrulla de Policía los detuvo por una supuesta “actitud sospechosa” y los trasladó a una estación. Tras un rato, los dejaron libres. Volvieron a subir a la moto y continuaron el viaje de regreso, con la esperanza de que el mal día terminara pronto.

Pero la tragedia apenas comenzaba. En plena vía nacional, fueron interceptados por otra motocicleta. Los disparos no dieron tiempo a reaccionar. Uno de los primos cayó muerto en el acto. El otro intentó escapar corriendo hacia el otro lado de la carretera, pero fue perseguido y ejecutado.

La escena fue presenciada por militares que custodian la zona, quienes al oír los disparos activaron un operativo con apoyo de la Policía. Los sicarios huyeron, pero fueron alcanzados y capturados en el barrio La Paz. Según las autoridades, pertenecerían a las Autodefensas Conquistadores de la Sierra.

El viaje que debía ser una simple diligencia terminó convertido en una emboscada. Dos vidas truncadas, una familia destrozada y una comunidad más que suma nombres a la lista interminable de víctimas de la violencia que azota a esta parte del país.