
Seis años después, asesinato de ambientalistas en Guachaca sigue impune: responsables salen, regresan y vuelven a salir de prisión
Aunque tres capturados por el crimen de los ambientalistas Natalia Jiménez y Rodrigo Monsalve fueron enviados a prisión en 2019, todos terminaron libres por vencimiento de términos. Entre ellos, Andrés Felipe García Socarrás, alias Pipe Bareta: un delincuente que ha sido detenido al menos cinco veces por homicidio, extorsión y porte ilegal de armas, pero que siempre vuelve a la calle.
El asesinato de Natalia Jiménez Casas y Edgar Rodrigo Monsalve, una pareja de ambientalistas bogotanos que celebraba su luna de miel en la Sierra Nevada, sigue siendo una herida que no cierra. El 20 de diciembre de 2019 salieron de Santa Marta rumbo a Palomino. Nunca llegaron. Fueron interceptados por cuatro hombres: Andrés García (Pipe Bareta), Luis Rodríguez Tovar (‘Luchito’), Jader Lozano (‘El Negro’) y un cuarto sujeto apodado El Veneco.
La versión judicial señala que el objetivo inicial era robar la camioneta. Pero cuando los agresores se dieron cuenta de que la pareja los había reconocido, tomaron la decisión de asesinarlos. Los llevaron hasta la vereda Perico Aguado, los golpearon, los amarraron, les cubrieron el rostro y les dispararon en la cabeza. Sus cuerpos fueron hallados tres días después.
Colombia entera se estremeció.
Los tres capturados fueron enviados a prisión. Parecía un caso con camino claro hacia la justicia… pero no fue así.
La justicia que no llegó: todos libres
Entre 2021 y 2022, uno a uno los detenidos por este doble homicidio salieron de prisión por vencimiento de términos. El juicio, que debía avanzar con celeridad por tratarse de un crimen de alto impacto, se estancó entre aplazamientos, dilaciones y trámites fallidos. El resultado es indignante: no hay un solo condenado por el asesinato de Natalia y Rodrigo.
Y en ese vacío de justicia destaca un nombre que se repite como un fantasma criminal en Magdalena: Andrés Felipe García Socarrás, alias Pipe Bareta.
Pipe Bareta: el hombre que siempre vuelve
La Policía Metropolitana lo conoce de memoria. Los comerciantes de Ciénaga lo mencionan en voz baja.
Para las autoridades, Pipe Bareta no es un delincuente común:
- Tiene procesos por cinco homicidios.
- Señalamientos de sicariato y extorsión.
- Acusaciones de violencia intrafamiliar.
- Capturas reiteradas por porte ilegal de armas.
- Y vínculos operativos con las Autodefensas Conquistadores de la Sierra Nevada (ACSN), estructura derivada de “Los Pachenca”.
Fue incluido en el cartel de los más buscados de Ciénaga en 2021. Ha sido detenido al menos cinco veces, armando, listo para disparar. Y en todas esas ocasiones, la historia termina igual: queda libre.
La Policía misma reconoce la frustración. El coronel Jaime Ríos admite que su captura es “un golpe importante”, pero también repite la pregunta que ya es un ritual amargo: ¿Cuánto tiempo durará detenido esta vez?
La caída reciente… y el miedo de siempre
La última captura ocurrió hace pocas semanas.
La Policía lo interceptó en Ciénaga con un revólver y munición.
Estaba listo para disparar. Venía moviéndose como presunto sicario y cobrador de extorsiones en nombre de la ACSN, reactivado después de su salida de prisión en 2022.

Pero la comunidad no celebra: teme.
Porque la historia ha demostrado que detenerlo no significa neutralizarlo.
Los procesos se archivan, los plazos vencen, los expedientes se estancan, los jueces se declaran impedidos…
Y Pipe Bareta, hombre temido en toda la zona, vuelve a caminar armado por las calles.
El crimen de Natalia y Rodrigo: víctimas sin justicia
Mientras Pipe Bareta colecciona capturas y libertades, los padres, familiares y amigos de la pareja ambientalista siguen esperando una verdad que nunca llegó.
El país exigió respuestas, pero hoy el caso se hunde en la misma sombra institucional que ha permitido que personajes como él sigan alimentando el miedo en el norte del Magdalena.
No hay condenados. No hay cárcel firme. No hay reparación.
Solo queda un expediente que avanza sin fuerza, mientras la memoria de dos jóvenes dedicados a cuidar el ambiente se va diluyendo en un proceso que jamás debió quedar en manos de la burocracia.
Un ciclo de violencia sin freno
La historia de Pipe Bareta retrata un patrón que se repite en la región: criminales altamente peligrosos que van y vienen entre detenciones y libertades, sin que la justicia logre cerrarles el paso.
Porque cada vez que él cae preso, el Magdalena respira… Y cada vez que vuelve a salir, la comunidad siente que la impunidad ganó otra vez.

El asesinato de Natalia y Rodrigo no fue solo una tragedia: fue una prueba para la justicia colombiana. Y la justicia, en este caso, falló. Hoy, el rostro más simbólico de esa falla es Pipe Bareta: un hombre que, pese a su historial, pese al horror del crimen en Guachaca, pese a las armas, pese a las alertas, nunca permanece en prisión.
Un caso que empezó con dos víctimas inocentes… y que terminó convertido en un ejemplo doloroso de cómo la impunidad puede ser más peligrosa que los criminales mismos.
PAUTE
AQUÍ
420 px x 450 px
INFO AQUÍ
