
Se hará justicia: capitán de barco será judicializado por la muerte de un magdalenense en Canadá
Después de más de un año de silencio y espera, la justicia canadiense imputó cargos por negligencia criminal al capitán del barco en el que perdió la vida William Santander, un joven de Salamina, Magdalena, que cayó al río San Lorenzo durante un paseo en Montreal.
La noticia que llegó desde Montreal generó un sentimiento de alivio para una familia que en Salamina, Magdalena no ha dejado de llorar. Después de más de un año de espera, la justicia canadiense decidió imputar cargos contra Jean-Pierre Alarie, de 62 años, capitán del barco donde murió William Eduardo Santander, un joven colombiano de 33 años oriundo de Salamina, Magdalena.
La acusación es por negligencia criminal, luego de comprobarse que el hombre incumplió los protocolos de seguridad exigidos para la navegación turística en el río San Lorenzo. Según el reporte oficial, Alarie no contaba con autorización vigente para operar la embarcación y no garantizó el uso de chalecos salvavidas a los pasajeros.
En el bote iban cerca de veinte personas. William era uno de ellos. Ninguno tenía chaleco. Cuando cayó al agua, el pánico se apoderó del grupo y nadie pudo hacer nada. Su cuerpo desapareció en las aguas heladas del San Lorenzo, en pleno verano canadiense, ante la mirada impotente de quienes compartían con él aquel paseo que terminó en tragedia.
Desde Colombia, Martha De La Hoz, madre del joven, recibió la noticia de la imputación entre lágrimas. No fue una victoria, pero sí un paso que llevaba más de un año esperando.
—No se ahogó un perro —dijo con la voz temblorosa—, es un ser humano, es mi hijo.
En Salamina, su pueblo natal, William era conocido por su espíritu emprendedor y su gusto por la publicidad y los viajes. Sus amigos aún recuerdan su alegría contagiosa y las metas que dejó inconclusas. Su muerte provocó una profunda tristeza en la comunidad, que desde entonces ha acompañado a la familia en la exigencia de justicia.
La investigación determinó que el accidente pudo evitarse. El capitán ignoró las normas básicas de seguridad, no supervisó adecuadamente a los pasajeros y permitió que la embarcación saliera sin las condiciones mínimas para un recorrido seguro.
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Esa negligencia, según las autoridades, costó la vida de un joven que soñaba con seguir creciendo lejos de casa, pero que nunca imaginó morir tan lejos de su tierra.
Las audiencias continuarán en los próximos meses. Mientras tanto, en Salamina, una madre sigue esperando el día en que pueda decir que la justicia, al fin, se cumplió.
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