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Se entrega teniente coronel de la Policía señalado de abusar sexualmente a tres uniformadas en La Guajira


El segundo comandante del Departamento de Policía de La Guajira, Carlos Julián Rodríguez Campo, enfrenta cargos por acceso carnal abusivo y acto sexual violento. Tres mujeres lo denunciaron y una habría quedado embarazada. La institución abrió una investigación interna.

El caso que sacude a la Policía Nacional estalló este 20 de octubre, cuando el teniente coronel Carlos Julián Rodríguez Campo, segundo al mando de la institución en La Guajira, se presentó voluntariamente ante la Fiscalía luego de que un juez de control de garantías ordenara su captura. Sobre él pesan graves acusaciones: presunto abuso sexual contra tres mujeres policías bajo su mando.

Las denuncias, reveladas por la Policía Regional N.° 8, apuntan a hechos ocurridos durante el tercer trimestre de 2025, mientras Rodríguez Campo se desempeñaba como subcomandante del Departamento de Policía de La Guajira.

Una de las víctimas habría quedado embarazada producto del abuso, aunque posteriormente perdió al bebé.

Apenas se conocieron los señalamientos, la institución abrió una investigación interna y procedió a separar del cargo al oficial, una decisión que marcó el inicio de un proceso que hoy tiene en jaque la imagen de la entidad.

Rodríguez Campo llegó por sus propios medios al búnker de la Fiscalía. Poco después de su entrega, presentó quebrantos de salud y fue trasladado bajo custodia policial a un centro asistencial.
En las próximas horas deberá comparecer ante un juez, quien definirá si se le impone una medida de aseguramiento mientras avanza la investigación por los delitos de acceso carnal abusivo y acto sexual violento.

El escándalo provocó un profundo rechazo nacional. Desde los más altos mandos de la Policía se emitió un comunicado en el que se reiteró que no se tolerarán conductas que vulneren la integridad ni la dignidad de los uniformados, y que la institución colaborará plenamente con la justicia para garantizar que las víctimas reciban apoyo y que los hechos se esclarezcan.

Mientras tanto, las denunciantes esperan que el proceso avance sin dilaciones. En los pasillos del comando de La Guajira se habla del miedo que sintieron al denunciar, del peso del rango y del silencio que se impone en las jerarquías. Pero también, por primera vez, del valor de haber hablado.


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