El joven de 18 años iba camino a la iglesia cuando se cruzó con otro motociclista que intentaba adelantar a un tractocamión. El choque fue fatal: Armando Buendía murió en el sitio y Ricardo, tras luchar contra la muerte, falleció este jueves.

Ricardo José Goenaga tenía 18 años y su rutina de los domingos era inquebrantable: asistir a su cita con Dios en la iglesia cristiana. Pero aquel trayecto, que parecía común, terminó convertido en un capítulo doloroso para su familia y en otra evidencia de la imprudencia en las vías.

Era temprano ese día cuando Armando Buendía, al mando de una motocicleta Boxer de placas RPM-33H, decidió superar a un tractocamión. El riesgo fue mayor que su destreza: perdió el control y en el instante se encontró de frente con la Honda Navi de placas YKJ-51E que conducía Ricardo.

El impacto fue devastador. Armando murió en el sitio. Ricardo, en cambio, quedó con signos vitales y la esperanza de su familia, que no dejó de orar ni un solo día durante los once que permaneció en una clínica de Santa Marta. Los médicos reportaban leves mejorías, pero este jueves la noticia fue definitiva: no resistió más.

La familia, de profunda fe cristiana, no encuentra consuelo. Sus allegados lo describen como un buen hijo, buen estudiante y una persona noble. Su madre, entre lágrimas, cuestiona a Dios: “¿Cómo es posible que, yendo a su iglesia a adorarlo, la vida de mi hijo terminara así?”.

Con la muerte de Ricardo, el accidente deja dos jóvenes fallecidos y una huella imborrable en sus familias. Un desenlace que pudo evitarse y que hoy se suma a la larga lista de tragedias en las carreteras por imprudencia y exceso de velocidad.