La celebración familiar se transformó en tragedia cuando hombres armados irrumpieron y le arrebataron la vida. Hoy, su familia clama justicia mientras la Policía busca a los responsables.»
La madrugada del domingo, Edwin Martínez, un joven samario de 23 años, viajó a Barranquilla con un solo propósito: celebrar el cumpleaños de su hermana. La reunión familiar, que debía ser una noche de alegría y unión, se transformó en tragedia cuando desconocidos irrumpieron en la fiesta y, sin mediar palabra, dispararon contra él.
Era un viaje breve, solo unas horas lejos de su barrio en Pescaíto, Santa Marta, donde Edwin vivía y trabajaba. En su comunidad, era conocido por su carácter afable y su disposición para ayudar.
“Era un joven trabajador, nunca tuvo problemas con nadie”, comentó una amiga cercana, recordando a Martínez con cariño y asombro ante el incomprensible suceso que le arrancó la vida.
Esa noche en Barranquilla, Edwin se encontraba en medio de risas y música, cuando varios hombres armados irrumpieron en la celebración. Testigos relatan que los atacantes se dirigieron directamente hacia él y dispararon sin darle oportunidad de escapar.
La violencia del ataque dejó pocas esperanzas; aunque fue trasladado a un hospital cercano, Edwin murió minutos después de su llegada debido a la gravedad de las heridas.
El asesinato de Martínez ha dejado a su familia y amigos en estado de conmoción y duelo. La celebración familiar, que debía ser una noche especial para su hermana, se tornó en un trauma imborrable.
Los recuerdos de la última noche en que vieron a Edwin con vida ahora están teñidos de dolor e incredulidad.
Las autoridades de Barranquilla han lanzado una investigación para dar con los responsables de este brutal asesinato. La Policía revisa cámaras de seguridad y entrevista a quienes estuvieron presentes en la fiesta, en un esfuerzo por entender el motivo detrás de este ataque directo. Sin embargo, hasta ahora, no han esclarecido el móvil del crimen, lo que mantiene a su familia y comunidad en un estado de incertidumbre y angustia.
La familia de Edwin exige justicia, pidiendo a las autoridades que actúen con rapidez para esclarecer este crimen y evitar que otras familias pasen por el mismo dolor.
Hoy, el barrio Pescaíto llora a uno de sus hijos, un joven que solo pretendía acompañar a su hermana en un momento especial. Su ausencia deja un vacío difícil de llenar, pero su memoria permanece viva en las calles donde creció, en los amigos que lo recuerdan con cariño y en la familia que lucha por respuestas en medio del dolor.