
“David contra Goliat”: Rafael Noya oficializa su candidatura y reta al caicedismo en el Magdalena
El exdiputado Rafael Noya oficializó su candidatura por firmas a la Gobernación del Magdalena, enfrentando al movimiento que lo posicionó en la política. La contienda del 23 de noviembre se perfila como una batalla decisiva entre caicedistas y excaicedistas.
El calendario electoral marcó el 23 de noviembre como fecha de las elecciones atípicas en el Magdalena. Ese mismo día, Rafael Noya no esperó más: confirmó públicamente lo que era un secreto a voces: se lanza como candidato por firmas a la Gobernación, reafirmando que su camino ya no es con Carlos Caicedo, el líder al que durante años defendió con disciplina.
Nada de lo que sucede es sorpresa. Desde hace meses, Noya se había distanciado del caicedismo y articulaba un nuevo proyecto político. Con el decreto recién salido del horno, organizó una rueda de prensa para ponerle nombre propio a su aspiración. “He tomado la decisión férrea de ser candidato a la Gobernación. El Magdalena no necesita más odios políticos, sino reconciliación”, dijo con firmeza.

Del círculo cercano a la disidencia
Noya fue diputado respaldado por Fuerza Ciudadana, la casa política de Caicedo. Era un rostro experimentado y disciplinado, formado en el discurso de transformación social. Pero insatisfacciones y desacuerdos lo llevaron a bajarse del bus naranja. Ahora, desde su colectivo con Autonomía y Sin Permiso y en el Magdalena caben todos, reúne a otros exmilitantes naranjas que decidieron dar el salto con él.
Su candidatura se sustenta en un mensaje de “paz política”. Promete dejar atrás la confrontación que —según dice— ha frenado el desarrollo del departamento. “El Magdalena es el primer más pobre de la Costa Caribe y el tercero del país. Necesitamos unirnos para superar esta crisis y dejar de ser un departamento relegado”, insiste.
El peso del caicedismo
Enfrente está un adversario que todavía no tiene rostro definido, pero sí apellido: Caicedo. Aunque el caicedismo aún no destapa su carta, el solo aval del exgobernador le garantiza arranque con ventaja. La gobernadora encargada, Ingris Padilla, del mismo grupo político, sigue entregando obras en municipios, acompañada por dirigentes del movimiento.
Para Noya, esta dinámica raya en un abuso de poder. “La gobernadora debería ser imparcial”, cuestiona.

Una batalla desigual
Noya sabe lo que enfrenta. Habla de “David contra Goliat” cuando describe su contienda contra un movimiento que suma casi dos décadas en el poder entre la Alcaldía de Santa Marta y la Gobernación. Pero lo hace con tono desafiante.
“Si después de 18 años seguimos con los mismos problemas de agua en Santa Marta y con un departamento más pobre, entonces algo no se está haciendo bien”, le dijo a Entérate en Línea.
Su estrategia es clara: recolectar 300 mil firmas en tiempo récord para inscribir su movimiento y sumar adhesiones de sectores que van desde el Pacto Histórico hasta dirigentes independientes y empresarios locales.
El 23 de noviembre como termómetro político
La campaña será corta y tensa. Apenas dos meses para medir fuerzas entre un caicedismo que apuesta a mantenerse como bloque dominante y un excaicedista que pretende romper el molde con un discurso de unidad.
“Este es el momento de abrir la puerta a todos. Magdalena necesita gobernantes que unan, no que dividan”, repite Noya, consciente de que su discurso será puesto a prueba en las urnas.
El 23 de noviembre, los magdalenenses no solo elegirán un nuevo gobernador. También decidirán si la hegemonía caicedista sigue intacta o si un disidente puede abrirse paso en el tablero político que, hasta ahora, parecía escrito de antemano.
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