
Quinceañera murió en moto que le regalaron sus padres cuando entregaba invitaciones de su fiesta
La adolescente se mató en un accidente de tránsito en Zaraza, Venezuela cuando entregaba las invitaciones de su fiesta de quince. Sus padres, destrozados por el dolor y la culpa, decidieron transformar la celebración en un funeral convertido en homenaje, con flores, música y la presencia de sus amigos.
La ilusión de Stefany Richelli Ramos, de tener una fiesta soñada de quince años, terminó en tragedia en Zaraza, estado Guárico, Venezuela. Montada en la motocicleta que apenas días antes sus padres le habían regalado como obsequio de cumpleaños, salió con entusiasmo a repartir las invitaciones de la fiesta que había soñado desde niña. Nunca regresó.
En un cruce del sector El Paraíso, la moto en la que viajaba junto a su hermano menor de 12 años impactó contra un vehículo. El golpe fue brutal. La adolescente murió en el acto, mientras su hermano resultó herido y fue trasladado a un centro asistencial. La noticia se supo rápido en el pueblo, estremeciendo a vecinos, amigos y compañeros de colegio que aún no asimilaban la tragedia.
Un quinceañero en el sepelio
El dolor de sus padres fue indescriptible. Habían visto en ese regalo de cumpleaños la forma de darle alegría, sin imaginar que se convertiría en el vehículo de su muerte. Entre lágrimas y con el peso insoportable de la culpa, tomaron una decisión que marcaría para siempre la memoria de su hija: los recursos, la logística y la ilusión que ya estaba lista para la fiesta de quince se destinaron al velorio y a su último adiós.
El domingo, cuando el cuerpo de Stefany regresó de la morgue, la casa que debía llenarse de globos, música y alegría, se transformó en un lugar de despedida. Sus amigos llegaron vestidos como lo habían planeado, cargados de flores. Sonaron los mariachis que ella había pedido, pero esta vez frente al ataúd. Hubo lágrimas, abrazos y un silencio desgarrador que reemplazó la celebración.
El homenaje no fue la fiesta que Stefany soñó, pero sí un acto de amor en medio del dolor. Sus padres, entre lágrimas, la vieron partir rodeada de quienes más la querían, con la música que ella había escogido y la ilusión rota de una vida que apenas comenzaba.
En Zaraza, todos coinciden: los 15 años de Stefany se convirtieron en el velorio más doloroso que recuerde la comunidad.
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