Protesta del ‘Mono’ Martínez termina en nuevo escándalo: fue sacado por policías a la fuerza y sin ropa


Por más de 40 minutos, la sesión del Concejo se detuvo. En el centro del recinto, sentado en el suelo, silbando, cantando y transmitiendo en vivo, Miguel ‘El Mono’ Martínez protagonizó un nuevo episodio de tensión que terminó con su expulsión por la fuerza y su ropa rota.

Por enésima vez, la política local se convirtió en espectáculo. Este miércoles, en plena sesión del Concejo de Santa Marta, las tensiones habituales entre los cabildantes alcanzaron un nuevo nivel. La escena fue protagonizada —una vez más— por el concejal Miguel Martínez, más conocido como El Mono, quien terminó siendo sacado a la fuerza por uniformados de la Policía tras resistirse a abandonar el recinto en medio de una protesta sin precedentes.

Todo comenzó con una disputa procedimental. Los concejales Wiston Vargas y Enrique González cruzaron propuestas sobre la participación de ciudadanos presentes en la sesión. Mientras Vargas pedía que se les diera la palabra para que hablaran sobre problemas sanitarios, González propuso limitar la intervención a una sola persona. La proposición sustitutiva fue votada y ganó la mayoría, lo que desató el descontento de Martínez.

«Fue una maniobra para acallar las voces del pueblo», dijo el concejal, visiblemente molesto. Y decidió hacerse escuchar de una forma particular.

Intervención de la policía en el Concejo
El concejal, caminó hasta el centro de la sala, se sentó en el piso, sacó su celular y comenzó a transmitir en vivo. Mientras cantaba, silbaba y leía comentarios de sus seguidores, el resto del Concejo veía con incomodidad cómo la sesión se paralizaba. Las cámaras de los celulares se multiplicaron, tanto en las gradas como entre los presentes, registrando una escena que, inevitablemente, se viralizó en cuestión de minutos.

El acto de protesta se prolongó por más de 40 minutos. Aunque funcionarios del Concejo y la Policía intentaron persuadirlo para que se retirara, Martínez se negó rotundamente. “Si me tocan, armo el mierdero”, advirtió antes de que los uniformados intervinieran.
La tensión escaló. La negativa de El Mono a levantarse terminó en forcejeo. La escena fue caótica: gritos, empujones, cámaras grabando desde todos los ángulos y finalmente, el concejal siendo arrastrado fuera del recinto. Su ropa quedó rasgada.

Desde afuera, aún agitado, Martínez denunció abuso de autoridad. “Fui elegido por el pueblo y merezco respeto. No pueden tratarme así por protestar”, declaró ante los medios. Aseguró que interpondrá una denuncia contra quienes participaron en su expulsión.

Las reacciones no se hicieron esperar. Algunos ciudadanos aplaudieron la “valentía” del concejal para enfrentarse al poder establecido. Otros, en cambio, lo criticaron por protagonizar actos que consideran vergonzosos y que empañan la institucionalidad del Concejo. No es la primera vez que El Mono se roba el protagonismo con actuaciones polémicas y, según él, necesarias para denunciar lo que considera una corporación cooptada por intereses particulares.

“Muchos están comprados”, insiste Martínez cada vez que lo acusan de sabotear las sesiones. Lo cierto es que estos episodios —cada vez más frecuentes— dejan en entredicho el nivel del debate político en Santa Marta y la imagen de quienes deberían velar por los intereses ciudadanos.

El video de su expulsión circula por redes, acumulando vistas, opiniones divididas y una pregunta: ¿hasta cuándo el Concejo de Santa Marta seguirá siendo escenario de enfrentamientos y no de consensos?


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