Con un sistema de alcantarillado colapsado y décadas de abandono, la EBAR Norte expone a la ciudad a una emergencia de aguas residuales que solo una inversión millonaria podría remediar.
La crisis de aguas residuales que enfrenta Santa Marta ha alcanzado niveles críticos, desencadenando una emergencia sanitaria en la zona norte de la ciudad.
La Estación de Bombeo de Aguas Residuales (EBAR) Norte, una infraestructura con 50 años de operación, se ha convertido en el centro de este problema, incapaz de contener el aumento de aguas residuales y de lluvia.
El colapso reciente de esta estación activó un plan de emergencia de casi diez horas de trabajo ininterrumpido, coordinado por cuadrillas de la empresa de Servicios Públicos de Santa Marta, ESSMAR. Sin embargo, el control de la situación fue temporal.
Isis Navarro, agente especial al frente de ESSMAR, advirtió que la infraestructura se encuentra en alto riesgo de volver a fallar debido al desgaste del «manifold» principal.
La situación se complica con cada temporada de lluvias, ya que el sistema de alcantarillado no está diseñado para recibir aguas pluviales, pero al no existir un sistema pluvial adecuado, ambas se mezclan, empeorando el problema.
“El desgaste de la EBAR es considerable”, afirmó Navarro, quien alertó sobre el peligro de nuevos desbordamientos si no se realizan inversiones de fondo.
La solución de largo plazo, según explicó, requeriría una inversión cercana a un billón de pesos para la ejecución de un plan maestro de acueducto y alcantarillado. Mientras tanto, la Superintendencia de Servicios Públicos ha gestionado un nuevo manifold, con un costo estimado de 2.600 millones, que sigue en proceso de aprobación.
La dimensión social de la crisis
Isis Navarro también hizo un llamado a la ciudadanía para evitar el mal uso del sistema de alcantarillado.
«Encontramos piedras, llantas, pañitos húmedos y otros elementos que afectan aún más la infraestructura», señaló, advirtiendo que estos desechos empeoran la ya frágil situación.
La falta de educación y conciencia ambiental se ha convertido en otro factor que incrementa los riesgos de colapso.
Tensión política y acusaciones
La emergencia ha generado un cruce de declaraciones entre figuras políticas. El gobernador del Magdalena, Rafa Martínez, criticó la gestión histórica del sistema de acueducto y alcantarillado en Santa Marta y acusó a los «enemigos de la ciudad» de haber intervenido en ESSMAR sin aportar soluciones efectivas.
Según Martínez, su administración había avanzado en la mejora de la EBAR Norte hasta que la intervención nacional detuvo el progreso, retrocediendo a la época en que la empresa Metroagua operaba con deficiencias evidentes. “Su obsesión es devolvernos al pasado. Han destruido las obras del Cambio”, manifestó el gobernador en un mensaje dirigido a la ciudadanía.
Alcalde pide urgente intervención
Por su parte, el alcalde Carlos Pinedo se sumó a las advertencias sobre los riesgos de salud pública derivados de la crisis. A través de sus redes sociales, recordó que desde el 2 de septiembre fue declarada la calamidad pública en el distrito.
“Solicitamos a la ESSMAR la intervención inmediata luego de que colapsara nuevamente la estación de bombeo de aguas residuales debido a las fuertes lluvias. Los 31 mil millones para su intervención ya fueron priorizados por el Ministerio de Vivienda y estamos a la espera de su destinación para mitigar los rebosamientos”.
La espera de una solución definitiva es angustiante para la ciudadanía. La vulnerabilidad de la EBAR Norte amenaza con prolongar la crisis en una ciudad que clama por un sistema de aguas adecuado.
Sin una respuesta rápida y efectiva, Santa Marta podría enfrentar un colapso sanitario que pondría en riesgo la salud y calidad de vida de sus habitantes.