
Otra vida joven que apaga la violencia: asesinan a Orlandito en su casa frente a su familia
Su madre ya había perdido a otro hijo. El sicario entró armado, disparó sin piedad y huyó sin obstáculos.
En la torre 15 del barrio La Paz a eso de las 9:30 de la noche. Orlando de la Vega, conocido cariñosamente como Orlandito, fue sorprendido por la muerte justo en el lugar donde más seguro debía estar: su casa.
Un hombre armado irrumpió sin resistencia alguna, lo encontró descansando y le disparó frente a su familia.
Lea aquí: Autodefensas Conquistadores de la Sierra suspenden cobros de extorsiones por 90 días en Magdalena
No hubo discusión. No hubo forcejeo. Solo ráfagas de disparos y gritos ahogados de horror. El sicario apuntó a los presentes, impidiendo cualquier intento de auxilio, y se marchó caminando, sin que nadie pudiera detenerlo. Un crimen calculado, ejecutado cuando todos se alistaban para dormir, sin el más mínimo respeto por la vida.
Orlandito no tuvo oportunidad de correr ni de defenderse. Las balas lo atravesaron con una violencia certera, dejándolo sin vida en el mismo lugar donde minutos antes compartía con los suyos. Fue una ejecución directa, cruel y silenciosa, como las que se han vuelto rutina en muchos sectores de Santa Marta.
Pero lo que para muchos fue una tragedia más en una ciudad golpeada por el crimen, para su madre fue un segundo golpe mortal. Ya había perdido a otro hijo, Manuel de la Vega, también joven. Ahora, con los ojos llenos de impotencia y el alma rota, debe volver a enterrar a un hijo. El dolor es doble.
La escena fue tan rápida como brutal. Nadie pudo reaccionar. Nadie lo protegió. Nadie lo detuvo. El asesino llegó, disparó, amenazó y se fue, como si todo estuviera planeado al milímetro, como si supiera que no habría respuesta.
También: Capturan a mujer señalada de explotar sexualmente a su nieta de 13 años en Barranquilla
La Paz, ese barrio que lleva un nombre esperanzador, se volvió a manchar de sangre. La familia de Orlandito se aferra al recuerdo y al dolor, mientras la justicia parece no tener prisa y la ciudad se acostumbra, peligrosamente, a estos crímenes de jóvenes como si fueran parte del paisaje.
Orlando de la Vega se convirtió en otra cifra, otro joven sepultado antes de tiempo.
PAUTE
AQUÍ
420 px x 450 px
INFO AQUÍ
