La joven, oriunda del municipio de Santa Ana, mantuvo oculto su embarazo durante meses y fue hallada por sus padres en una sala del Hospital La Divina Misericordia.

El escándalo estalló cuando menos lo esperaban. Durante tres días, una familia del municipio de Santa Ana vivió una intensa incertidumbre: una de sus jóvenes integrantes había desaparecido, no respondía llamadas y sus comportamientos extraños de las últimas semanas ya no parecían simples cambios de humor.

Los padres, desesperados, empezaron a revisar cada rincón, a preguntar en el barrio, a mover contactos. Nada. La muchacha parecía tragada por la tierra.

Fue entonces cuando le dijeron que habían visto a una mujer con sus características físicas en el Hospital del municipio de Magangué La Divina Misericordia, allí comenzaron a preguntar por ella. La respuesta del personal fue un balde de agua fría: no había ninguna paciente registrada con su nombre.

La angustia creció. En esos pasillos escucharon lo que sería la clave del caso: un habitante de la zona comentó que una joven había sido ingresada con otro nombre. Esa sola frase encendió las alarmas de la familia. Sin perder tiempo, buscaron en cada sala hasta que la escena los dejó paralizados.

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Allí estaba ella. Con un bebé recién nacido en sus brazos.

El impacto fue inmediato. La joven, la misma que vivía bajo su techo sin señales evidentes, había logrado ocultar un embarazo completo. Prendas holgadas, silencios constantes, evasivas a cualquier conversación personal. Nadie, ni su familia ni su pareja, sospechó lo que estaba pasando.

Mientras la joven de Santa Ana permanecía en reposo con su recién nacido, sus padres trataban de procesar lo ocurrido: el engaño, el miedo, la búsqueda y esa verdad que les cayó encima de golpe.

Lo cierto es que la familia pasó del miedo a la sorpresa, y de la sorpresa a un nuevo capítulo que apenas empieza: enfrentar las consecuencias de un secreto que nunca imaginaron…