
Noya revienta Santa Marta y mete miedo al ‘Caicedismo’ a una semana de las elecciones
Con más de 30 mil asistentes, Rafael Noya cerró campaña en la Villa Olímpica con una demostración de fuerza que lo pone de frente en la pelea por la Gobernación del Magdalena este 23 de noviembre. El candidato se declaró listo para “sacar de la partida” al caicedismo tras 12 años de dominio.
Lo de Rafael Noya este domingo en Santa Marta fue una vaina difícil de describir sin que se dispare el termómetro político: la Villa Olímpica quedó pequeña. El noyismo, que venía creciendo en municipios del Magdalena, se plantó en la capital con una concentración que según su equipo superó las 30 mil personas. Era tanta la gente que las calles aledañas estuvieron a reventar, como si la ciudad hubiera decidido hacer fila para marcar territorio político.
A diferencia de Margarita Guerra —que evitó hablar de cifras en su cierre simultáneo—, Noya sí sacó pecho. Su comando celebró la convocatoria como prueba de que la “ola de integración social y política” que él promueve enganchó y está tomando forma en el departamento.

El mensaje es claro: llegó para medirse con el caicedismo, un movimiento que en 12 años no ha perdido una sola elección.
En tarima, Noya estaba en su salsa
Sonriente, confiado y con el público ovacionando cada frase, pidió a sus seguidores que lo “multipliquen”, que hagan crecer la ola para rematar la contienda el 23 de noviembre. “La gente me responde masivamente”, dijo entre aplausos, convencido de que el cierre de campaña dejó claro que está en la pelea real por la Gobernación.
El evento no solo exhibió músculo político. También mostró una alianza amplia que sorprendió incluso a sectores que hasta hace unos meses no se imaginaban juntos: Pacto Histórico, Colombia Humana, ASI, Centro Democrático, Mira, Colombia Renaciente y Cambio Radical. Todos en una misma fila, todos subidos al mensaje de “paz política y unidad”.

Las propuestas de Noya
Luego vino la parte dura del discurso. Noya remató con promesas de combate: dijo que enfrentará la corrupción en la red hospitalaria, que contratará talento humano de los municipios, y que terminará con el “negocio” que, según él, se volvió la educación y el Programa de Alimentación Escolar, que mantiene hoy a 135.000 niños sin complemento alimenticio.
También se la jugó por los jóvenes: anunció residencias universitarias para los estudiantes que viajan desde los municipios y la entrega de los campus ya construidos a las universidades públicas del departamento. Sobre Santa Marta, le tendió la mano al alcalde de turno para articularse con la Nación y encarar de una vez los problemas históricos de acueducto y alcantarillado.

La seguridad también ocupó espacio en su intervención. Prometió concurrencia de recursos para reforzar el territorio, enlazando sus propuestas con los diálogos que adelanta el Gobierno nacional con las ACSN.
Con el sol bajando y la Villa Olímpica convertida en un mar de gente, el grito final del público parecía un veredicto político adelantado:
“Santa Marta es territorio de Rafael Noya”.
Al menos por hoy, eso fue lo que se vio.
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