
No se suicidó: A patrullera que cayó de quinto piso en Barranquilla la empujaron
Un informe forense contradice la versión del subintendente Andrés Castro sobre la muerte de la patrullera María Alejandra Guerrero, quien cayó desde un edificio. El peritaje revela que la joven habría recibido un impulso. La familia exige que el caso se investigue como feminicidio.
El caso de María Alejandra Guerrero Montiel dejó de ser un misterio para convertirse en una herida abierta. A más de tres meses de su muerte, un informe técnico forense le dio un vuelco dramático a la versión que desde el primer momento sostuvo el subintendente Andrés Castro Gómez, la única persona que estaba con ella cuando cayó desde el quinto piso del conjunto residencial Vipa Azul, en Caribe Verde, Barranquilla.
Lo que inicialmente fue presentado como un accidente –o incluso un acto voluntario, según insinuó Castro Gómez–, ahora tiene un nuevo elemento: el cuerpo de la joven patrullera no cayó en línea recta. Recibió un impulso.
El hallazgo fue revelado por John Buitrago Vargas, abogado de la familia de María Alejandra, quien detalló que el informe de reconstrucción de caída, elaborado por peritos en coordinación con la Fiscalía, descarta la hipótesis de una caída accidental o espontánea. El cuerpo cayó con fuerza. Y esa fuerza no vino de ella.
La versión que no encaja
Desde el inicio, la familia de María Alejandra se negó a aceptar la narrativa del subintendente. Él aseguró que la patrullera sufría de episodios de sonambulismo y que aquella madrugada del 28 de abril, en medio de uno de esos episodios, pudo haber caído sin intención. Luego insinuó que pudo tratarse de un suicidio.
Pero la ciencia dice otra cosa. El informe revela inconsistencias entre la versión del testigo y las evidencias físicas del lugar, incluyendo la posición del cuerpo y las características de las lesiones.
“El hallazgo más importante es que la ciencia forense establece que María Alejandra recibió un impulso. Esto cambia completamente el panorama”, explicó el abogado Buitrago Vargas.
La exigencia de una familia rota
La patrullera, de 25 años, era oriunda de Santander y llevaba varios años vinculada a la Policía Nacional. Según sus allegados, nunca mostró señales de depresión o problemas psicológicos, y mucho menos antecedentes de sonambulismo. La familia insiste en que la relación con Andrés Castro estaba marcada por el control, el maltrato psicológico y los celos.
Por eso, con el respaldo del informe forense, ahora exigen que el caso sea abordado como un presunto feminicidio y no como un accidente doméstico.
“No vamos a permitir que este crimen quede impune. María Alejandra no se tiró, a María Alejandra la tiraron”, dicen, entre lágrimas, sus padres, que se han convertido en la voz constante de denuncia y clamor por justicia.
Hasta ahora, el subintendente Castro no ha sido capturado ni imputado. El caso avanza en etapa de indagación previa, pero con este nuevo informe, la Fiscalía podría dar un paso crucial para reconfigurar los hechos jurídicamente y determinar si hay méritos para judicializar al uniformado.
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