
No fue un accidente: a Cristian lo mataron en la madrugada
Iba en su moto y al parecer desde otro vehículo similar lo derribaron a tiros. Su cuerpo quedó a un costado de la carretera.
El cuerpo yacía junto a una motocicleta, a un costado de la carretera. Las luces de los carros que pasaban lo iluminaban por segundos, y quienes lo vieron en medio de la oscuridad pensaron lo obvio: otro accidente de tránsito en la madrugada samaria. Nadie sospechó que detrás de esa escena silenciosa se escondía un crimen.
Eran alrededor de la 1:20 de la mañana de este miércoles 9 de abril cuando los primeros transeúntes dieron aviso. En la Ruta del Sol, a la altura del sector conocido como Puerto Mosquito, cerca del Sena Agropecuario, un joven parecía haber perdido el control de su moto. No había testigos, ni ruidos, ni persecuciones. Solo un cuerpo, una moto, y el silencio roto por las sirenas que llegaron minutos después.
Pero al llegar la Policía y el equipo de criminalística, el relato dio un giro. El cuerpo no tenía signos de un accidente, sino heridas de bala. Varios impactos distribuidos con precisión revelaron que a Cristian Camilo Menco Molina no lo sorprendió la velocidad, sino el plomo. Le dispararon cuando aún iba en movimiento, y su cuerpo cayó al pavimento como un muñeco roto.
Cristian era un joven apasionado por las motos. Lo sabían sus amigos, lo mostraba en sus redes sociales, lo confirmaba su forma de vivir. Y tal vez por eso su muerte desconcertó tanto: ¿quién querría matarlo? ¿Y por qué de esa manera, sin ruido, sin testigos, en una vía transitada, pero a la vez tan solitaria?
Hasta ahora, no hay respuestas. No se han reportado testigos y, según versiones preliminares, en la zona no se escucharon detonaciones. El cuerpo fue trasladado a Medicina Legal, donde sus familiares, con la tristeza a cuestas, confirmaron lo que más temían: sí, era Cristian.
Su muerte ocurrió menos de 24 horas después de otro homicidio en el sector de Aeromar, como si la ciudad estuviera atrapada en una racha de sangre que nadie puede frenar. Santa Marta amanece con otra familia rota, otra moto sin dueño y otra historia que se suma a las páginas tristes del crimen sin rostro.
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