La menor residente en Gaira, falleció mientras su familia rogaba por un traslado a un centro médico de mayor nivel. Su EPS no autorizó el procedimiento a tiempo.

Helen tenía seis años. Seis. A esa edad, lo justo es estar aprendiendo a leer, dibujando con crayolas, corriendo tras una pelota o riendo en la escuela. Pero Helen murió en una camilla, dentro de una clínica de Santa Marta, esperando un traslado que nunca llegó. Murió viendo a su papá suplicar por ella mientras el sistema de salud le daba la espalda.

La tragedia ocurrió en el barrio Gaira, donde vivía junto a su familia. Ingresó a la clínica La Milagrosa con un cuadro clínico delicado. Los médicos, conscientes de la gravedad, solicitaron su traslado inmediato a un centro de mayor complejidad. Pero la EPS Salud Total, la que debía dar el visto bueno, no autorizó el procedimiento a tiempo.

Mientras la autorización no llegaba, la salud de Helen se desmoronaba. Su padre, desesperado, grabó un video que ya recorre las redes sociales como testimonio del abandono.
—“Pido oraciones por mi hija, necesitamos el traslado urgente”, suplicaba entre lágrimas.

Nadie escuchó. O peor: escucharon y no hicieron nada.
Los papeles, los trámites, las esperas, las llamadas que no responden, los protocolos que exigen más firmas que la vida… todo eso pesó más que la vida de una niña.

Helen murió allí mismo, donde su familia seguía esperando una respuesta que no llegó.

“No es justo. No es justo que nos hagan esto. Mi hija se pudo salvar”, alcanzó a decir un familiar. La familia señala directamente a Salud Total por negligencia. Y no es para menos.

Esta muerte es el reflejo de un sistema colapsado, frío, más preocupado por autorizar con sello que por salvar vidas. Santa Marta, como muchas otras ciudades intermedias del país, sigue dependiendo de traslados para casos críticos. Pero si esos traslados se niegan o se demoran, la consecuencia tiene nombre, rostro y edad. Como Helen. Tenía seis años.