“Nada me lo devuelve, pero se hizo justicia”: el padre luchó tres años para que no quedara impune la muerte de su hijo


Un juez emitió fallo condenatorio contra Yenni Higuera, la enfermera que ahogó a su hijo de 15 meses en Buritaca. El veredicto le dio la razón a Edwin Guerrero, quien desde 2022 ha librado una batalla solitaria para que la muerte de su hijo Samuel no quedara enterrada en el olvido.

Cuando Edwin Guerrero recibió la llamada que confirmó la muerte de su hijo Samuel, no entendió nada. Era el 3 de abril de 2022. Le dijeron que el niño, de apenas 15 meses, había aparecido muerto en una playa de Buritaca.

La madre, Yenni Alexandra Higuera, no daba razón clara. Habló de un accidente, de un descuido, de una picadura. Pero él no le creyó. Y desde ese día empezó una lucha que lo ha tenido amenazado, solo, perseguido y con miedo, pero sin rendirse.

Hoy, tres años después, la justicia le dio la razón. Un juez en Santa Marta emitió fallo de sentido condenatorio contra Yenni Higuera por el delito de homicidio agravado. Según el despacho, las pruebas recolectadas —entre ellas, exámenes forenses, registros de cámaras de seguridad, testimonios y dictámenes médicos— demuestran que la mujer ahogó intencionalmente a su hijo.

“Nada me lo va a devolver, pero al menos se hizo justicia. Mi lucha valió la pena”, dijo Edwin a Entérate en Línea, luego de conocer la decisión judicial. Su voz temblaba, pero sonaba satisfecho.

La verdad contra todos

Durante estos tres años, Guerrero ha vivido bajo presión. No solo por el dolor de la pérdida, sino porque, según denuncia, la familia de Yenni lo ha amenazado constantemente. Ha tenido que cambiar de residencia más de una vez y mantenerse en bajo perfil mientras insistía públicamente en que la versión de un accidente era falsa.

Desde el principio tuvo claro lo que pasó. Asegura que la madre del niño actuó por rabia, por odio y por miedo a perder la custodia.

“En su cabeza se le metió que si Samuel no estaba con ella, tampoco estaría conmigo. Su rabia hacia mí era tan grande que optó por quitarle la vida a nuestro hijo con tal de no entregármelo.”

La teoría fue desestimada por la defensa, que intentó llevar el proceso hacia una inimputabilidad médica. Alegaron trastornos mentales y pidieron que se tuviera en cuenta un supuesto episodio de crisis. Pero el juez no lo aceptó. Concluyó que Yenni estaba en pleno uso de sus facultades y que el crimen fue intencional, consciente y ejecutado contra un menor indefenso.

El susto por la libertad

El momento más crítico del proceso, dice Edwin, fue cuando hace unas semanas supo que la mujer sería liberada por vencimiento de términos. Las demoras en el proceso judicial permitieron que saliera de prisión. Guerrero encendió las alarmas y acudió a los medios.

La presión funcionó. El proceso se aceleró y finalmente el juez emitió el fallo condenatorio. Ahora falta solo una cosa: capturar a Yenni nuevamente. La orden ya fue emitida, y con ella se busca que la mujer comparezca en la próxima audiencia, en la que se leerá la sentencia definitiva. El homicidio agravado puede acarrear hasta 58 años de prisión.

El cierre que no consuela

Samuel murió sin entender nada. Su padre entendió demasiado. Entendió que su verdad iba a ser cuestionada, que su voz iba a ser ignorada y que la justicia en Colombia, si no se empuja, no llega. Por eso no paró. No se calló. No se escondió del todo.

“He tenido que aguantar amenazas, miedo, pero también he tenido fuerza. No podía dejar que se saliera con la suya. Samuel no merecía eso.”

Hoy el caso tiene un fallo, una culpable y una orden de captura. Pero no tiene consuelo. Nada devuelve al niño. Lo único que queda es que la justicia, al menos esta vez, no llegó demasiado tarde.


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