Nada cambió: Tasajera sigue en el olvido saqueando camiones cinco años después


media década de la tragedia que dejó 45 muertos por la explosión de un camión cisterna, nada ha cambiado en este corregimiento del Magdalena. Sin agua, sin empleo y sin esperanza, su gente sobrevive entre la informalidad, los peajes humanos y los saqueos.

El 6 de julio de 2020, el país entero puso los ojos sobre Tasajera, un pequeño corregimiento del municipio de Puebloviejo, en Magdalena, cuando un camión cisterna cargado de gasolina explotó tras volcarse en la vía Ciénaga – Barranquilla. Decenas de personas, en un acto desesperado, intentaban extraer el combustible cuando el vehículo estalló en llamas.

El saldo fue devastador: 45 muertos y más de 50 heridos con quemaduras graves. Fue una tragedia nacional. Las imágenes del estallido circularon por todo el país, generando conmoción, pero también duros debates sobre la pobreza, el abandono estatal y la marginalidad estructural.

Cinco años después, nada ha cambiado

Hoy, cinco años después, la historia se repite, no con fuego, pero sí con la misma miseria, el mismo abandono, y una indiferencia institucional que solo ha profundizado el dolor. En Tasajera, el tiempo parece haberse detenido.

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No hay agua potable, los problemas de energía son constantes, el servicio de aseo es deficiente y la falta de oportunidades mantiene a gran parte de la población en pobreza extrema. Las promesas que llegaron después de la tragedia inversiones sociales, proyectos productivos, acceso a servicios quedaron en el aire.

“Nos prometieron de todo. Que vendrían programas, ayudas, que nos cambiarían la vida… pero seguimos igual o peor. Aquí no hay empleo, no hay estudio, no hay nada”, dice Ángela Torres, hermana de una de las víctimas mortales.

Peajes humanos y saqueos: la nueva cotidianidad

En la Troncal del Caribe, los jóvenes de Tasajera se han convertido en una postal cotidiana. Muchos instalan cuerdas o bloquean temporalmente la vía para pedir dinero a los conductores. Son los llamados “peajes humanos”, una práctica sin regulación que refleja la falta total de alternativas económicas.

Otros, más desesperados, aprovechan los trancones o accidentes para saquear camiones o robar a viajeros. La desesperación, alimentada por años de abandono, ha degenerado en actos delictivos que solo aumentan el estigma sobre la comunidad.

“Los camiones no se pueden quedar parados aquí, porque los desvalijan en minutos”, dice un conductor habitual de la ruta Barranquilla – Santa Marta.

Promesas incumplidas y abandono institucional

Las autoridades locales han sido rebasadas por la situación. Aunque hay presencia policial, las intervenciones son reactivas y temporales. El problema de fondo sigue intacto: un corregimiento atrapado en el olvido.

La tragedia de 2020 puso a Tasajera en el centro del debate nacional, pero el impacto fue efímero. Hoy, las condiciones siguen siendo precarias, y la comunidad siente que fue utilizada para titulares y promesas vacías.

El clamor de una comunidad silenciada

Tasajera no necesita más cámaras de televisión cada 6 de julio. Necesita inversión real, educación, empleo, acceso a servicios básicos y un modelo de desarrollo que dignifique la vida de sus habitantes. La comunidad ha llorado suficiente.

A cinco años de la tragedia que les arrebató a hijos, hermanos y padres, los habitantes de Tasajera siguen gritando en silencio. Y Colombia, como tantas veces antes, ya dejó de escuchar.


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