Vigilantes y vecinos están aterrados por los ruidos que se escuchan en horas de la noche.
En el municipio de Ciénaga, los vigilantes que cuidan un parqueadero están viviendo noches de terror. Según los testimonios, durante la madrugada se escuchan llantos y lamentos inexplicables que provienen de una zona específica del lugar.
Uno de los trabajadores de seguridad, cuyo nombre se mantiene en reserva por temor a represalias, relató cómo, con gran valentía, decidió investigar el origen de los inquietantes sonidos.
«Me armé de valor, agarré mi linterna y empecé a seguir los lamentos», contó el vigilante. Su búsqueda lo llevó hasta un camión cisterna estacionado en el parqueadero.
Lo sorprendente es que, al llegar, los llantos se escuchaban con mayor intensidad, pero no había nadie allí. A pesar de la aparente ausencia de personas, los lamentos continuaban.
Desesperado y sin saber qué hacer, el vigilante decidió rezar. “Comencé a hacer unas oraciones y, milagrosamente, los lamentos se fueron calmando”, afirmó.
Al día siguiente, intrigado por lo ocurrido, decidió investigar más sobre el camión cisterna. Fue entonces cuando descubrió un dato aterrador: el vehículo había estado involucrado en un trágico accidente en la vía Ciénaga-Barranquilla, cerca del peaje del corregimiento de Tasajera.
El accidente, que tuvo lugar hace unos años, dejó un saldo de decenas de jóvenes muertos quemados tras la explosión del camión cargado de combustible. Desde entonces, muchos en el municipio creen que los llantos que se escuchan en el parqueadero provienen de las almas de esas víctimas, que aún no han encontrado descanso.
Este relato ha generado un gran revuelo en Ciénaga. Los habitantes del municipio están consternados y muchos aseguran haber escuchado los mismos lamentos durante la noche.
Algunos vecinos han optado por no pasar cerca del parqueadero después de la caída del sol, mientras que otros se han acercado a rezar y pedir por el descanso de las almas que, según ellos, vagan por el lugar.
El misterio sigue abierto y las versiones se multiplican. ¿Serán realmente las almas en pena de los jóvenes fallecidos o habrá otra explicación para estos extraños fenómenos? Por ahora, el parqueadero sigue siendo un sitio de incertidumbre y miedo para quienes tienen que pasar la noche allí, y en Ciénaga, no se habla de otra cosa.