Ambos fueron encontrados y rescatados por Jorge, un pescador que desde que supo lo que había pasado voluntariamente se unió a la búsqueda. Estaban sanos y salvos.
Las aguas del mar Caribe y fuertes vientos pusieron a prueba la esperanza de una familia y la solidaridad de una comunidad. Durante 15 horas, la angustia y la incertidumbre se apoderaron de Santa Marta tras la desaparición de Mía Londoño, una niña estadounidense de nueve años, y su tío, César Rojas, de 43 años, quienes fueron arrastrados por una fuerte corriente cuando quedaron a la deriva en una moto acuática que alquilaron en El Rodadero/
La desesperación se transformó en movilización. Familiares, organismos de socorro y pescadores locales iniciaron una intensa búsqueda por mar y tierra, aferrándose a la posibilidad de hallarlos con vida.
La noche cayó y con ella el temor de un desenlace trágico. Sin embargo, cuando apenas amanecía, la noticia esperada llegó: Mía y su tío habían sido encontrados sanos y salvos a algunas millas del morro de Santa Marta.
Jorge un pescador, fue quien hizo posible el rescate. «Es un milagro», dijo al relatar cómo su experiencia les permitió dar con el paradero de los desaparecidos.
”Es muy gratificante haber aportado a salvar estas vidas. Dios le ha dado una nueva oportunidad y deben aprovecharla”, manifestó.
Detalla que ambos estaban en medio de agua aferrados a su chaleco salvavidas. Con emoción relató que se siente muy feliz de haber participado y hacer posible el milagroso rescate.

Deshidratados y agotados, pero con vida, y sintiendo que volvieron a nacer Mía y su tío fueron subidos a una embarcación y llevados hasta El Rodadero, donde un grupo de personas los recibió con aplausos y lágrimas de emoción.
El alcalde de Santa Marta, Carlos Pinedo Cuello, fue el encargado de compartir la buena noticia. “Tras 15 horas de intensa búsqueda, les informo que Mía Londoño y su tío, Carlos Augusto Rojas Franco, fueron encontrados con vida”, anunció con alivio.
Agradeció el incansable esfuerzo de la Armada, la Defensa Civil, los organismos de socorro y los pescadores que, con su compromiso, hicieron posible el rescate.
La odisea de Mía y su tío quedará en la memoria de Santa Marta como una historia de supervivencia y unión. El mar, que en un momento pareció tragárselos, finalmente los devolvió a la vida.