Mesera golpeada rompe el silencio: “él me conoce de atrás”


La mesera de Valledupar decidió contar su versión tras ser atacada por una mujer en una escena de celos. Entre golpes, rumores y juicios en redes sociales, Scarlett Ontivero intenta limpiar su nombre y recuperar la tranquilidad que perdió por un malentendido.

Durante varios días, el nombre de Scarlett Ontivero circuló sin pausa por redes sociales. Las versiones iban y venían: la señalaban, la juzgaban, la condenaban sin escucharla. En los comentarios, todos parecían saber lo que había pasado, menos ella. Hasta que decidió hablar.
“No soy moza de nadie y no intercambié número con nadie”, dijo. Su relato busca poner en orden los hechos de una noche que empezó como cualquier otra en la pizzería donde trabaja, y terminó en escándalo.

Según cuenta, el hombre involucrado era solo un viejo amigo de adolescencia. Entró al restaurante acompañado de su pareja y se sorprendió al verla. Scarlett lo saludó, les entregó la carta y siguió atendiendo a otros clientes. Pero minutos después notó que la pareja discutía afuera. “No me metí porque era algo de ellos”, explicó.

Días más tarde, el hombre la contactó por redes sociales. Ella asegura que las conversaciones fueron breves y respetuosas. “En ningún momento hubo algo comprometedor ni de amor. Él me contó que ella lo estaba celando conmigo. Mi error fue poner unas palabras que quizás se malinterpretaron y eso encendió la chispa**”, relató.

La tensión explotó, cuando la pareja regresó al local. “Ella se me acercó y me preguntó: ‘¿Tú eres la de la limonada?’. No me dio tiempo de nada, me jaló el cabello y me empujó. Todo pasó muy rápido”, recordó Scarlett.

Los clientes y compañeros quedaron atónitos ante la escena.

El ataque físico fue solo el inicio. Lo peor vino después para ella: la exposición pública. Videos, fotos y versiones falsas inundaron las redes, señalándola sin pruebas. “Yo solo estaba cumpliendo con mi trabajo, no hice nada malo”, insiste.
Hoy Scarlett intenta recomponer su vida. Dice que el verdadero daño no fueron los golpes, sino la vergüenza y el señalamiento injusto que vinieron después.

“Solo quiero que me dejen tranquila”, concluye. De esta manera resume la historia de una mujer que fue atacada dos veces: primero con las manos, y luego con las palabras.


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