El adolescente intentó cruzar la carretera sin percatarse del peligro. Una camioneta lo embistió y, a pesar que luchó por su vida en la UCI, falleció.

Omar David Zabaleta Díaz salió de su casa en Villa Betel con una misión sencilla: hacer un mandado junto a su hermano. No imaginó que ese trayecto se convertiría en el último de su vida. 

A sus 14 años, el destino le arrebató la oportunidad de seguir creciendo, de aprender, de jugar, de convertirse en el hombre que su familia soñaba que sería.

El accidente ocurrió en la tarde del jueves 13 de marzo en la transitada vía Ruta del Sol, a la altura del paso nivel en Santa Marta. 

Omar intentó cruzar la carretera, pero no calculó bien la distancia. Una camioneta blanca, marca Toyota, avanzaba a toda velocidad y lo embistió sin darle oportunidad de reaccionar. El impacto fue brutal. Su pequeño cuerpo salió despedido y cayó pesadamente contra el pavimento, quedando tendido en la vía.

El conductor frenó de inmediato, descendió del vehículo y pidió ayuda. En cuestión de minutos, una ambulancia llegó al lugar. Los paramédicos hicieron lo posible por estabilizar al menor y lo trasladaron de urgencia a la Clínica Bahía. Sin embargo, su estado era crítico y, por razones aún desconocidas, fue remitido horas después a la Clínica Cehoca. Allí, en la Unidad de Cuidados Intensivos, los médicos lucharon por salvarle la vida, pero la gravedad de sus heridas era irreparable. En la mañana de este viernes 14 de marzo, su corazón dejó de latir.

En la morgue de Medicina Legal, donde fue trasladado su cuerpo, el dolor de su familia era incontenible. Sus seres queridos recordaban a Omar como un niño alegre, con sueños y esperanzas que quedaron truncadas en una fracción de segundo. 

Estudiaba tercero de primaria en una institución educativa de El Yucal, y aunque su edad ya correspondía a un grado superior, sus padres seguían apostando por su educación y su futuro.

Omar David Zabaleta Díaz se ha convertido en una nueva víctima de las vías de la ciudad, otra historia que se suma a la estadística, pero que para su familia representa una herida imborrable.