Melissa no pudo con la Sierra Nevada: Santa Marta se salvó del impacto directo de la tormenta


La tormenta tropical Melissa no logró ingresar de lleno a Santa Marta gracias al escudo natural de la Sierra Nevada. Expertos aseguran que la cadena montañosa desvió el paso del fenómeno, evitando una tragedia en una ciudad que, según admiten las autoridades, no está preparada para un impacto directo de este tipo.

Mientras en municipios de La Guajira y el norte del Magdalena el viento afectó techos y las lluvias provocaban emergencias, en Santa Marta el cielo gris y la marea un poco alta fue apenas un aviso de lo que pudo ser una catástrofe. La tormenta tropical Melissa, que amenazaba con golpear de frente la ciudad, terminó desviando su rumbo gracias a la barrera natural que representa la Sierra Nevada.

De acuerdo con los reportes del Ideam, el macizo montañoso actuó como una muralla que dispersó las nubes y amortiguó la fuerza del viento, evitando que el fenómeno natural impactara directamente el área urbana.

“Esa cadena montañosa genera un efecto orográfico que desvía las corrientes atmosféricas. Es una protección que pocas ciudades en el Caribe tienen”, explicó un especialista del instituto.

El mensaje a cuidar la Sierra Nevada

Pero la protección no es eterna. Autoridades y ambientalistas advirtieron que la Sierra Nevada enfrenta amenazas que podrían debilitar su capacidad de resguardo. La deforestación, la minería ilegal y el cambio climático avanzan sobre sus laderas, afectando el equilibrio ambiental que por siglos ha mantenido a salvo a Santa Marta de huracanes, tormentas y vendavales.

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“La Sierra nos cuida, pero nosotros no la estamos cuidando a ella”, señalaron voceros ambientales.

El llamado es claro: detener la tala, evitar las quemas y reducir la presión humana sobre los ecosistemas de altura. Los expertos temen que, si el deterioro continúa, la ciudad quedará expuesta ante futuros fenómenos meteorológicos que podrían ser aún más intensos.

Por ahora, Santa Marta respira aliviada. La tormenta Melissa siguió su curso hacia el norte, dejando solo lluvias moderadas y ráfagas de viento. Una vez más, la Sierra Nevada —ese muro imponente que separa el mar del cielo— evitó una tragedia.


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