Ramón Arias revive con impotencia y dolor los últimos momentos de su hija Yolanda Estefany, asesinada por su esposo en Barranquilla. Su testimonio refleja el clamor de un padre que exige justicia y se suma al grito de miles de familias golpeadas por el feminicidio en Colombia.

El dolor de un padre no cabe en palabras. Ramón Arias todavía se quiebra al recordar cómo su hija, Yolanda Estefany Arias, de apenas 25 años, fue asesinada en la habitación de su propia casa, en el barrio La Manga de Barranquilla. La joven, que soñaba con un futuro mejor, se convirtió en una nueva víctima de feminicidio a manos de quien decía amarla.

Con la voz entrecortada, Ramón revive los últimos momentos en que la vio con vida. El pasado fin de semana, Yolanda asistió a una reunión familiar junto a su pareja, Jairo Samuel Páez Muñoz. Varios de sus hermanos notaron que estaba llorando.

“Le preguntaron qué le pasaba, pero no quiso decir nada”, relató. Horas después, el silencio se transformó en tragedia.

“Luego se fueron para su casa a acostar y ese hombre me la ha cogido dormida y me la ha asesinado. Me la estranguló, la asfixió porque le puso una mano en la boca y la otra en el cuello y acabó con la vida de mi hija”, contó su padre entre lágrimas.

La revelación más dura llegó después: Yolanda vivía atrapada en un círculo de violencia.

“El hombre era muy, muy celoso. Él la maltrataba, pero yo no sabía o sino esto no sucede. Él era muy callado y hasta renunció al trabajo para andar detrás de ella por todos lados”, confesó Ramón, consumido por la impotencia.

La tragedia de la familia Arias refleja la realidad de muchas otras. En Atlántico, 42 mujeres han sido asesinadas en lo que va del año, víctimas de una violencia de género que no da tregua. Cada muerte no solo apaga una vida, también arranca sueños, deja hogares incompletos, hijos huérfanos y una sociedad que, entre la indiferencia y la impotencia, sigue contando víctimas.

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El presunto agresor, Jairo Samuel Páez Muñoz, fue capturado y permanece bajo custodia de la Fiscalía, a la espera de ser presentado ante un juez. Mientras tanto, la familia Arias llora a su hija y exige justicia, con la esperanza de que su historia no quede en el olvido y sirva para salvar otras vidas.