
Masacre de tres bananeros y ataques criminales al sector transportador prende las alarmas en Zona Bananera
El triple asesinato de tres trabajadores bananeros, el homicidio de un conductor y los recientes ataques a buses intermunicipales tienen un ambiente de miedo y zozobra en el municipio del norte de Magdalena. Grupos armados ilegales, presuntamente del Clan del Golfo, mantienen asfixiados a los sectores productivos con violencia y extorsión.
Eran las seis de la mañana y el sol apenas salía sobre los cultivos en la Plantica, en el municipio de Zona Bananera. Tres hombres caminaban por una trocha rumbo a la finca donde trabajaban recogiendo banano. No sabían que esa sería su última jornada.
A mitad de camino, fueron interceptados por hombres armados que abrieron fuego sin decir una palabra. Las ráfagas se escucharon hasta las fincas vecinas. Cuando todo quedó en silencio, los vecinos salieron y hallaron los cuerpos de Elkin Barraza y Emilio Algarín tirados en el suelo, mientras que Edinson Arena Durán, conocido como “El Mello”, agonizaba. Murió horas después en un centro asistencial.
“Eso fue horrible. Sonaban las balas y nadie sabía qué hacer. Después todo quedó en silencio”, contó un jornalero.
Una región sitiada
El crimen de los tres trabajadores no solo estremeció a sus familias, sino también al gremio bananero, que volvió a quedar en el centro de una ola de violencia que crece sin control. La Asociación de Bananeros de Colombia (AUGURA) condenó los hechos y exigió resultados inmediatos a las autoridades.
“Nos duele y nos alarma este crimen. Exigimos esclarecimiento, captura de los responsables y acciones de prevención que protejan la vida y el empleo formal en el territorio”, declaró Emerson Aguirre, presidente del gremio.
El sector bananero genera más de 19.000 empleos formales en el Magdalena. En los corregimientos rurales, las fincas son el único sustento de cientos de familias. Pero hoy, los trabajadores dicen sentirse más expuestos que nunca. “Aquí ya uno no sabe si volverá a casa. El miedo se volvió parte del trabajo”, afirmó un obrero del corregimiento de Orihueca.
Transporte en la mira
El miedo no se queda en los cultivos. Horas antes del asesinato de los bananeros, en el corregimiento de Sevilla fue asesinado Álex Rincón, conocido popularmente como “Mello”, conductor de la empresa de transporte intermunicipal Cootranscaribe. Estaba dentro de una tienda cuando sicarios le dispararon varias veces sin darle oportunidad de reaccionar.

Y apenas horas más tarde, otro hecho volvió a encender las alarmas: hombres armados atacaron un bus de la misma empresa en el sector La Isabel, sobre la Troncal de Oriente. Los pasajeros vivieron minutos de terror mientras los agresores disparaban contra el vehículo. Uno de los proyectiles impactó una llanta, pero, milagrosamente, nadie resultó herido.
“Nos salvamos de milagro. Si esos tiros hubieran entrado al bus, estaríamos contando otra historia”, relató uno de los pasajeros, aún con el susto en la voz.
El comercio también bajo amenaza
El comercio tampoco se salva. En las últimas semanas, comerciantes del municipio han denunciado nuevas exigencias económicas por parte de hombres que se identifican como miembros del Clan del Golfo. Quien no paga, recibe amenazas. Quien denuncia, teme por su vida.
“Nos tienen asfixiados. Uno trabaja es para pagarle a ellos. Y si no paga, lo marcan”, aseguró un tendero de Sevilla, que también pidió mantener su identidad en reserva.
Los testimonios coinciden con reportes de las autoridades que advierten sobre el incremento de la extorsión en la región. Las víctimas son campesinos, transportadores, empresarios y hasta dueños de pequeñas tiendas rurales.
El Clan del Golfo y su control
De acuerdo con fuentes de inteligencia, el Clan del Golfo mantiene presencia activa en el municipio de Zona Bananera y ha extendido su control sobre las actividades económicas. Su estrategia combina extorsión, intimidación y acciones violentas que buscan consolidar poder en corredores estratégicos de movilidad y producción.
Pese a los patrullajes esporádicos del Ejército y la Policía, los habitantes aseguran que la presencia de la Fuerza Pública es insuficiente.

“Cuando vienen los operativos, ellos se esconden. Pero cuando los uniformados se van, todo vuelve a ser igual”, dice un agricultor.
Una economía en riesgo
El banano es el corazón productivo del Magdalena. Cada racimo que se exporta representa el esfuerzo de miles de trabajadores y un aporte clave a la economía regional. Pero la violencia está golpeando ese motor.
AUGURA advirtió que, si no se refuerza la seguridad, el miedo podría afectar la productividad y la estabilidad de las empresas.
Mientras las investigaciones avanzan lentamente, el temor crece. En los pueblos de la Zona Bananera se habla en voz baja, las tiendas cierran temprano y los buses viajan casi vacíos al caer la tarde. La sensación general es de abandono.
“Nos sentimos solos. Aquí solo se acuerdan de nosotros cuando pasa una tragedia”, lamentó una líder comunitaria del corregimiento de Plantica.
AUGURA, la Gobernación del Magdalena y la Alcaldía de Zona Bananera anunciaron la creación de mesas conjuntas de seguridad, pero la comunidad espera acciones concretas. Los trabajadores, por su parte, siguen saliendo cada mañana, con el corazón encogido, esperando regresar a casa.
Porque en la Zona Bananera, el trabajo sigue. Pero también el miedo.
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