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Le lanzaron agua hirviendo a una zarigüeya con sus crías en Santa Marta: luchan por salvarla


El animal, una hembra que llevaba a sus crías en el marsupio, fue rescatado con graves quemaduras. Corpamag y la Policía Ambiental investigan el caso.

El cuerpo chamuscado de una zarigüeya sorprendió a los transeúntes de un sector de Santa Marta. La pequeña hembra, que aún llevaba a sus crías en el marsupio, se retorcía de dolor sobre el pavimento. Alguien —por crueldad o ignorancia— le había arrojado agua hirviendo.

Una ciudadana, conmovida por la escena, llamó a la Policía Ambiental y a la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag), que llegaron de inmediato para rescatarla. El animal fue trasladado al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre, donde lucha por sobrevivir bajo cuidados intensivos.

“Presenta quemaduras severas en gran parte del cuerpo. Está en estado crítico y recibe tratamiento con analgésicos, antibióticos y cicatrizantes, pero su pronóstico es reservado”, explicó Walberto Naranjo, médico veterinario del Centro de Fauna.

Rechazo e indignación

El caso ha generado rechazo e indignación entre los ambientalistas. La zarigüeya, especie inofensiva y fundamental para el equilibrio ecológico, fue víctima de una agresión injustificada. “Es un error creer que son peligrosas. En realidad, ayudan a controlar insectos y roedores, evitando plagas”, añadió Naranjo.

Corpamag recordó que agredir o causar daño a un animal silvestre es un delito ambiental, castigado con multas y sanciones penales. Pero más allá del castigo, la entidad insiste en que lo preocupante es la falta de conciencia.

“Estas situaciones evidencian cómo la intolerancia y la desinformación siguen poniendo en riesgo la vida silvestre”, manifestó la autoridad ambiental en un comunicado.

El llamado es claro: no atacar ni espantar a los animales silvestres. En caso de encontrarlos heridos o fuera de su hábitat, se debe informar de inmediato a la Policía Ambiental o a Corpamag para que reciban atención profesional.

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Mientras tanto, en una camilla del Centro de Fauna, la pequeña zarigüeya sigue resistiendo. Su cuerpo quemado es hoy el reflejo de una crueldad que no debería repetirse, y su lucha por vivir se ha convertido en símbolo del respeto que aún le debemos a la naturaleza.


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