
Le cortaron la cabeza y la metieron en la nevera: la brutal muerte de pescador asesinado junto a su compañero
El pueblo está conmocionado tras el hallazgo del cuerpo sin cabeza de un pescador y la aterradora escena de su cabeza dentro de la nevera. Su amigo también fue asesinado.
Eran cerca de la 1:00 de la mañana cuando la muerte irrumpió en una vivienda de Puebloviejo, dejando una escena de terror que pocos podrán olvidar.
Wilmer Negrete de 55 años, era un hombre curtido por el sol y el agua. Su vida había transcurrido entre redes y mareas, enfrentando el rigor del oficio con la resignación de quien entiende que el mar da y el mar quita. Pero la muerte no le llegó en altamar ni con la furia de una tormenta. Lo encontró en su propia casa, en el lugar donde se sentía seguro, y lo arrebató de una forma tan cruel que sus propios familiares no podían creer lo que veían.
El macabro hallazgo
Los vecinos escucharon los gritos primero. Luego, el estruendo de los disparos. Nadie se atrevió a salir. No en un pueblo donde la violencia acecha en la penumbra y donde la vida, a veces, vale menos que un puñado de pescado.
Al amanecer, la escena que encontraron los familiares de Negrete parecía sacada de una pesadilla. Su cuerpo yacía en el suelo, pero algo no encajaba. Faltaba su cabeza. La buscaron con desesperación, con ese pánico instintivo de quien no quiere encontrar lo que está buscando. Entonces alguien abrió la nevera. Y allí estaba.
La cabeza de Wilmer, fría, muda, con los ojos abiertos como si en su último instante hubiese querido grabar en su memoria el rostro de su verdugo.
Darío Alfonso Ariza Palacio, de 62 años, su compañero de faena, corrió una suerte similar. Testigo de la atrocidad, fue brutalmente golpeado antes de que las balas lo silenciaran para siempre.
Las autoridades llegaron al lugar, pero las respuestas se escabullen como peces en aguas turbias. No hay testigos, solo murmullos y especulaciones. Algunos hablan de un ajuste de cuentas, otros de una advertencia. Nadie dice nada con certeza, porque en estos pueblos aprendieron hace tiempo que la verdad también puede matar.
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