El volante samario que es uno de los de mayor sacrificio y rendimiento en el campo, no pudo evitar llenarse de rabia y tristeza por perder los tres puntos al último minuto por un descuido de la defensa.

La noche parecía estar escrita para la primera gran alegría del Unión Magdalena en la Liga. En el estadio Sierra Nevada, ante su hinchada, los ‘bananeros’ habían remontado un partido difícil y acariciaban los tres puntos que tanto necesitaban.

Pero, como ha sucedido en otras ocasiones, un error defensivo en el último suspiro les arrebató la victoria. Un penal desperdiciado y un empate 2-2 ante el Deportivo Cali volvieron a hundir al equipo en la desesperación.

En el centro de la cancha, con la mirada hacia el cielo y los ojos vidriosos, Fabián Cantillo, capitán del equipo, no pudo contener la frustración.

Su impotencia no solo era la de un jugador, sino la de un líder que lo deja todo en cada partido, que corre, defiende y ataca con la esperanza de que, al final, la recompensa llegue. Sin embargo, la victoria sigue siendo esquiva.

Cantillo no se escondió. En la rueda de prensa, aún con la voz entrecortada, enfrentó los micrófonos y expresó lo que sentía. “Cometimos un error y nos duele, pero confío en que esto lo vamos a sacar adelante. Así como muchos goles no entran, se nos van a abrir las oportunidades. Hay un Dios que no nos va a dejar avergonzados y esto no se ha acabado”, declaró con firmeza.

El equipo juega bien por momentos, domina el balón, genera opciones, pero los descuidos lo condenan una y otra vez. Es una historia repetida, un guion que el Unión Magdalena parece incapaz de reescribir.

Cantillo, con su entrega inquebrantable, sigue luchando en la cancha, convencido de que el esfuerzo tendrá su recompensa.

Pero el tiempo corre, y la afición espera que las lágrimas de frustración pronto se conviertan en lágrimas de victoria.