La tragedia de Wendy: compañero de trabajo que la acosaba la asesinó y luego se quitó la vida


La mujer de 28 años, fue asesinada mientras trabajaba por un compañero que no aceptó un “no” como respuesta. El hombre, identificado como Pablo Antonio Suescún Arévalo, la acosaba desde hacía meses y terminó matándola antes de quitarse la vida.

Era una noche común de trabajo en la estación de gasolina del corregimiento de Astilleros, en el municipio de El Zulia, Norte de Santander. Wendy Saray Orozco Cera, de 28 años, atendía a los clientes como cada día, sin imaginar que su compañero de labores se acercaría armado para acabar con su vida.

Pablo Antonio Suescún Arévalo, con quien compartía turnos en la estación, había insistido durante meses en tener una relación sentimental con ella. Wendy lo consideraba un amigo, aceptaba su trato cordial y compartían espacios laborales sin conflicto, pero esa cercanía se transformó en acoso. Él no soportó que ella no quisiera algo más que una amistad.

Esa negativa fue el detonante de una tragedia. De acuerdo con las cámaras de seguridad, Suescún llegó a la estación con una escopeta en sus manos. Se acercó por detrás de la joven y, sin mediar palabra, disparó. Wendy cayó de inmediato. No hubo oportunidad de auxiliarla.

Se quitó la vida

El hombre huyó del lugar, dejando a los testigos en estado de shock. Horas más tarde, su cuerpo fue hallado sin vida en una zona rural cercana. Se había suicidado.

El crimen estremeció a todo el corregimiento. “Veíamos que él estaba muy pendiente de ella, pero jamás pensamos que podía hacer algo así”, contó uno de los compañeros de trabajo, sin creer la magnitud de la tragedia.

Las autoridades manejan el caso como un feminicidio motivado por el rechazo. La Policía informó que el agresor habría mostrado comportamientos obsesivos en los últimos días, insistiendo en que Wendy “le pertenecía”.

“Era amable, responsable, siempre sonriente”, dijo una vecina.

“No se metía con nadie. Y mire cómo terminó, por culpa de un hombre que no supo aceptar un no”.

El cuerpo de Wendy fue trasladado al Instituto de Medicina Legal de Cúcuta.

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La historia de Wendy no es un caso aislado: es un reflejo de cómo el acoso y la obsesión siguen cobrando vidas, muchas veces a la vista de todos, sin que nadie imagine el desenlace.


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