La perrita que no quiso dejar solo a su amo asesinado en Santa Marta


En el barrio Los Fundadores, el viernes empezó de forma trágica. Un vendedor de agua fue asesinado a tiros mientras trabajaba. A su lado, su perrita —su única compañía— se negó a dejarlo solo, incluso después de muerto.

La perra no entendía lo que había pasado. Ladraba, lo lamía, lo empujaba con el hocico, como queriendo despertarlo. Pero El Paisa ya no se movía. Había caído al suelo tras recibir varios disparos en la madrugada, cuando, como todos los días, recogía agua en pimpinas para vender en el barrio Los Fundadores de Santa Marta.

Era su rutina, su forma de sobrevivir. Solo tenía a su perro, y el perro solo lo tenía a él. Pero ese vínculo de fidelidad absoluta quedó roto por la violencia que volvió a golpear las calles de la ciudad.

El ataque ocurrió hacia las 4:00 de la madrugada de este viernes 31 de octubre, en la calle 9C con carrera 58A. Según testigos, dos hombres en motocicleta se acercaron sin decir palabra y le dispararon en repetidas ocasiones. El cuerpo de Yeison Anderson Quiroz Montoya, de 36 años, cayó frente a su vivienda, sin tiempo siquiera de entender qué pasaba.

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Su mascota, testigo muda de la tragedia, se le recostó al lado, moviendo la cola, esperando que su amo abriera los ojos para seguir con la jornada. No lo hizo. Los vecinos intentaron alejar al animal cuando llegaron las autoridades, pero se negó a moverse. Se quedó junto al cuerpo mientras la Policía y la Sijín realizaban el levantamiento.

Cuando el cadáver fue trasladado, la perra permaneció en el sitio, con la mirada fija en el vacío, sin comprender que su compañero no volvería.

“El hombre era muy querido, madrugador, vendía agua para sobrevivir. Siempre andaba con su perra, eran inseparables”, contó una vecina.

Las autoridades aún investigan los móviles del crimen. En el barrio, en cambio, ya quedó una certeza: la violencia no solo mata personas, también deja solos a los que más los amaban.

El Paisa se fue. Su perrita lo sigue esperando.


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