
La caída de los poderosos“narcos invisibles” que movían toneladas de cocaína por Europa
Una operación conjunta entre la Guardia Civil Española, la Fiscalía y la Policía colombiana desmanteló una red criminal señalada de introducir más de 120 toneladas de cocaína al año en Europa. Los hermanos Prada Moriones, conocidos por su bajo perfil y su vida de lujo, fueron capturados tras años de operar bajo la fachada de empresas legales y millonarias transacciones en criptomonedas.
Detrás de una vida de lujo y aparente éxito empresarial se ocultaba una de las estructuras de narcotráfico más poderosas del mundo. La operación “Gulupa”, adelantada por la Guardia Civil Española en coordinación con la Fiscalía General de la Nación y la Policía colombiana, culminó con la captura de cinco personas, dos en Colombia y tres en España, acusadas de introducir más de 120 toneladas de cocaína al año en territorio europeo.
El proceso de rastreo se inició en 2022, cuando las autoridades lograron identificar a una red de delincuentes clasificados como “narcos invisibles” o de “cuarta generación”, señalados de coordinar el envío de cocaína a distintos puertos del continente europeo. A diferencia de los antiguos capos del narcotráfico, esta nueva generación de criminales prefería mantenerse fuera del foco público y operar bajo el respaldo de empresas fachada y estructuras financieras que aparentaban legalidad.
Entre los detenidos se encuentran los hermanos Pablo Felipe y Santiago Prada Moriones, señalados de ser proveedores del Clan del Golfo. Ambos mantenían una imagen reservada, utilizaban intermediarios para realizar sus operaciones y se desplazaban constantemente entre países para eludir el control de las autoridades. Mientras consolidaban su red criminal, levantaron un imperio económico sustentado en negocios simulados y dinero ilícito.
La Fiscalía colombiana aplicó medidas de extinción de dominio sobre bienes avaluados en más de 53.000 millones de pesos, además de otros activos por 200 millones con fines de decomiso. Entre las propiedades confiscadas se incluyen 17 predios rurales, 8 urbanos, 15 vehículos, tres sociedades comerciales y cuatro establecimientos, ubicados en Cartagena, Bogotá y Pereira.

Los informes judiciales describen un estilo de vida ostentoso. Los Prada viajaban en aeronaves privadas, usaban relojes exclusivos, conducían autos de alta gama y poseían mansiones en zonas privilegiadas de Madrid y Marbella. Su círculo social incluía empresarios y celebridades europeas, con quienes compartían en fiestas privadas costeadas con las ganancias del narcotráfico.

El entramado financiero de la organización era tan complejo que incluía el manejo de criptomonedas para mover grandes sumas sin dejar rastro. Los investigadores estiman que las operaciones en activos digitales generaron alrededor de 700 millones de dólares, y que los implicados lavaron cerca de 182.000 millones de pesos mediante transacciones internacionales. En el esquema también participaron Brenda Yineth Pineda Bedoya, alias “La Contadora”, y Jimmy García Solarte, capturados en Medellín y Pereira, quienes controlaban la parte contable y financiera del grupo.
El poder económico de la red era tal que la Guardia Civil Española los calificó como “posiblemente los narcos más poderosos en activo a nivel global”. La caída de los hermanos Prada fue posible gracias a la interceptación de comunicaciones en la aplicación encriptada Sky ECC, herramienta que permitió reconstruir las conversaciones, la estructura jerárquica y las rutas de tráfico empleadas por la organización.
De acuerdo con las autoridades, la operación internacional permitió identificar con precisión la capacidad logística y financiera de la red, así como su participación en múltiples incautaciones de cocaína en diferentes países europeos.
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La operación Gulupa marcó el final de un modelo criminal que se sostenía sobre el anonimato, la tecnología y las finanzas digitales. Los Prada Moriones creyeron que el silencio, la elegancia y las inversiones en apariencia legales los mantendrían a salvo, pero su arresto dejó al descubierto el verdadero rostro del nuevo narcotráfico: una élite de criminales que vive entre la opulencia y la ilegalidad, moviendo millones desde las sombras.
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