Joven de 27 años murió tras someterse a rigurosa dieta de frutas


La joven polaca perdió la vida en Bali tras años de seguir un régimen basado solo en frutas crudas. Su caso expone los riesgos de las dietas extremas y cómo las redes sociales pueden convertir la búsqueda de bienestar en una trampa mortal.

La muerte de Karolina Krzyzak, una joven polaca de 27 años, ha generado preocupación mundial por los riesgos que implican las dietas extremas. La mujer fue hallada sin vida en la isla de Bali, Indonesia, tras seguir durante años un estricto régimen frutariano, basado exclusivamente en el consumo de frutas crudas.

Lo que comenzó como un intento por alcanzar un estilo de vida natural y saludable terminó provocándole un severo deterioro físico que acabó con su vida.

El cuerpo de Karolina fue encontrado dentro de una habitación del resort Sumberkima Hill, donde se hospedaba desde hacía varias semanas. Su fallecimiento ha reavivado el debate sobre los efectos de las dietas restrictivas y la influencia de las redes sociales en la forma en que muchas personas conciben la salud, la alimentación y la apariencia física.

Durante su adolescencia, Karolina Krzyzak desarrolló un marcado interés por la alimentación y la apariencia física. A los 19 años, adoptó una estricta filosofía de alimentación limpia, convencida de que ese estilo de vida le aportaría salud y equilibrio. Sin embargo, con el paso del tiempo, esa búsqueda se transformó en una obsesión que terminó deteriorando gravemente su cuerpo. Cuando fue hallada sin vida, presentaba signos evidentes de desnutrición: pesaba apenas 22 kilos, mostraba una delgadez extrema, clavículas muy pronunciadas y un notable deterioro en uñas y dientes.

De acuerdo con el reporte de las autoridades de Bali, Karolina Krzyzak se negó en repetidas ocasiones a recibir asistencia médica, a pesar de los constantes llamados de atención del personal del resort. Días antes de su fallecimiento, una amiga que residía en la isla perdió comunicación con ella, lo que generó preocupación entre los empleados. Al acudir a su habitación para verificar su estado, la encontraron sin signos vitales.

El informe médico emitido por las autoridades indonesias indicó que Karolina Krzyzak padecía osteoporosis y una grave falta de albúmina, ambas consecuencias de una desnutrición prolongada. Personas cercanas a ella contaron que desde su adolescencia luchaba con inseguridades y trastornos alimenticios. Años después, durante su estancia en el Reino Unido, se volcó al veganismo y al yoga en busca de equilibrio emocional, aunque con el tiempo llevó estas prácticas a un nivel extremo al adoptar el frutarianismo, un régimen basado únicamente en frutas crudas.

Exigente con la alimentación

Con el propósito de encontrarse con creadores de contenido dedicados al crudiveganismo, a quienes admiraba desde hacía tiempo, Karolina Krzyzak decidió viajar a Bali. Desde allí compartía imágenes y mensajes en sus redes que evidenciaban un notorio deterioro físico, situación que encendió las alarmas entre sus seres queridos. Aunque sus familiares y allegados insistieron en que modificara su estilo de vida, ella se mantuvo inquebrantable en sus ideas y continuó con la estricta práctica alimenticia que finalmente comprometió su salud.

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La tragedia de Karolina Krzyzak deja una dura lección sobre cómo la presión social por alcanzar un ideal de pureza física y espiritual puede derivar en conductas peligrosas. Su historia refleja el impacto de las tendencias alimenticias extremas y la necesidad de abordar la salud desde la moderación y el equilibrio, no desde la obsesión.


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