La familia denuncia falta de explicaciones y posibles negligencias médicas.
La atmósfera en el pequeño hogar de la familia Molina Redondo en el barrio San Jorge de Santa Marta está cargada de un dolor profundo y de preguntas sin respuestas.
Este lunes, 28 de octubre, familiares y amigos despidieron a Hernán Molina, un joven de 22 años que perdió la vida en circunstancias que su familia describe como inexplicables y desconcertantes.
Hernán ingresó a la Clínica Mar Caribe por un persistente dolor de cabeza y salió sin vida, dejando un vacío inmenso y una serie de interrogantes que su familia aún no logra resolver.
Hernán era el «pechichón» de la familia, el menor de tres hermanos y un joven lleno de sueños y aspiraciones. Trabajó en La Postobón, pero recientemente había decidido renunciar a su empleo para enfocarse en sus estudios.
Su meta era convertirse en un profesional; quería ser administrador de empresas, y ya había dado el primer paso al inscribirse en la universidad. Sin embargo, en los últimos meses, su vida comenzó a complicarse debido a un persistente dolor de cabeza y una pequeña masa que, según su hermano Jorge, podría haberse originado por un golpe.
Tras varias consultas médicas, los especialistas determinaron que Hernán debía someterse a una cirugía para extraer la masa. Le aseguraron que se trataba de un procedimiento sin mayores riesgos.
La familia, aunque con preocupación, se mostró esperanzada y confiada. La operación se realizó como estaba prevista y, en un primer momento, todo parecía haber salido bien.
Hernán incluso tuvo contacto con sus seres queridos después del procedimiento, transmitiéndoles tranquilidad al saber que la cirugía fue un éxito.
Pero lo que parecía una recuperación normal pronto se convirtió en una pesadilla. Según relata Jorge, uno de los médicos le administró a Hernán un purgante que, lejos de ayudarlo, empeoró su estado.
Esa misma noche, el joven empezó a mostrar signos de complicación. Los médicos hicieron todo lo posible, pero en la madrugada del lunes, Hernán sufrió un paro respiratorio del cual no pudo recuperarse.
“Estamos destrozados. Nadie nos ha explicado por qué le dieron ese purgante. Mi hermano estaba bien. No entendemos qué pasó. Queremos respuestas”, expresó Jorge, con la voz quebrada por la tristeza y la impotencia.
La familia Molina Redondo sigue esperando algún tipo de explicación de parte de la clínica, pero hasta ahora, solo han encontrado silencio.
La muerte de Hernán no solo desmoronó los sueños de un joven que buscaba un mejor futuro, sino que también dejó a una familia rota, que despide a su “pechichón” sin entender las razones detrás de esta tragedia.
Mientras los recuerdos de sus risas y sus sueños siguen vivos, el vacío que deja su partida se llena de incertidumbre y el clamor por justicia.