El joven iba de regreso a su casa cuando ocurrió la tragedia. Su familia está destrozada.
Santa Marta fue escenario de una nueva tragedia en sus carreteras. La imprudencia y la necesidad cobraron la vida de un joven que apenas comenzaba a escribir su historia.
Kelvin de Jesús Villalba, de tan solo 17 años, perdió la vida en un accidente vial en la Vía Alterna, una arteria transitada principalmente por vehículos de carga pesada.
Su destino era su hogar en el barrio María Cristina, pero el azar y la desesperación por no tener el dinero del pasaje lo llevaron a buscar un chance en una tractomula. Un par de calles después, todo salió mal.
El infortunio llegó en segundos. Kelvin perdió el equilibrio y cayó, quedando atrapado bajo las llantas traseras del imponente vehículo. La escena fue desgarradora: su cuerpo quedó aprisionado sin vida, mientras la multitud se agolpaba en un intento de entender lo incomprensible.
Su madre, su adoración, llegó con el corazón destrozado. Su llanto rompía el aire denso del mediodía, y con él, el de familiares y amigos que se negaban a aceptar lo irreversible.
Kelvin era un joven con sueños, con ganas de superarse. Se había inscrito en una corporación educativa y estaba listo para iniciar estudios técnicos. Su deseo era sacar adelante a su familia, convertirse en el orgullo de los suyos.
Pero la vida, a veces injusta y cruel, le arrebató la oportunidad de escribir su propio futuro. Entre maniobras para recuperar su cuerpo, Santa Marta fue testigo de otra tragedia evitable, otra vida truncada por la imprudencia.
En el barrio María Cristina, todos hablan de esta infortunada tragedia. Kelvin se ha ido demasiado pronto, dejando una lección dolorosa en el asfalto de una ciudad donde la imprudencia sigue cobrando vidas.