El hombre, de 39 años fue interceptado frente a una iglesia y le dispararon varias veces. Su muerte causó conmoción en Plato, donde era conocido como un hombre tranquilo y sin enemigos.

Jesús Alberto Florez Medina había terminado de jugar fútbol. Era una noche normal en Plato, Magdalena. Salió de la cancha sudado, cansado, pero satisfecho. Se subió a su moto sin imaginar que ese trayecto de regreso sería el último. A esa hora, nada parecía fuera de lo común.

Al llegar al barrio Las Mercedes, frente a la iglesia, le apareció la muerte. Dos hombres en otra motocicleta se le emparejaron y, sin decir palabra, abrieron fuego. Los disparos rompieron la tranquilidad del sector. Jesús Alberto cayó herido, mientras los atacantes aceleraron y desaparecieron en segundos.

Los vecinos, alarmados por el estruendo, salieron de sus casas y corrieron a auxiliarlo. Lo subieron como pudieron a un vehículo y lo llevaron al hospital Fray Luis De León. Allí los médicos intentaron estabilizarlo, pero las heridas eran demasiado graves. Murió pocos minutos después de ingresar.

La pregunta que todos repetían era la misma: ¿por qué? Jesús Alberto, según familiares y conocidos, era un hombre decente, sin líos, sin enemigos visibles. Un trabajador más del pueblo. Por eso la noticia corrió rápido y golpeó fuerte. En Plato nadie se explica cómo la violencia llegó así, tan directa, tan fría.

La Policía abrió una investigación para identificar a los homicidas y esclarecer los móviles. De los sicarios no hay rastro, solo la moto en la que huyeron y el miedo que dejaron atrás.

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Mientras tanto, la familia de Jesús Alberto intenta asimilar lo que pasó. Hablan de él como alguien querido, responsable, respetado. No podían creer que una noche tranquila, después de un simple partido de fútbol, terminara en tragedia.