James no llegó, pero las camisetas sí: el negocio perdido del comercio barranquillero


Mientras los hinchas se lamentan, el comercio barranquillero se enfrenta al dilema de qué hacer con cientos de camisetas del ‘10’.

La ilusión de ver a James Rodríguez vistiendo la camiseta rojiblanca del Junior de Barranquilla duró lo que un suspiro, o mejor dicho, lo que tardó Fuad Char en viajar a Medellín y regresar con las manos vacías. 

El anuncio de que las negociaciones se habían caído dejó a Barranquilla en shock, y a los comerciantes del centro con un problema insólito: ¿qué hacer con las camisetas del “10” que ya estaban compradas y otras tantas en producción?

La noticia de que James podría firmar con el Junior encendió la fiebre en la ciudad. Las tiendas de deportes, siempre al acecho de las emociones del hincha currambero, no perdieron tiempo en preparar camisetas con el dorsal y el nombre del crack colombiano. 

Desde grandes almacenes hasta pequeños negocios, todos apostaron por la que prometía ser la prenda más vendida de la temporada. 

“Yo compré tres para mis hijos porque pensé que iba a ser la locura verlo en el Metropolitano”, dice Angélica López, una madre que ahora no sabe si guardar las camisetas como “souvenirs” de un sueño fallido o pedir la devolución de su dinero.

Una negociación que prometía pero no cuajó

La emoción parecía justificada. Fuad Char, uno de los máximos dirigentes del Junior, había viajado personalmente a Medellín para concretar el fichaje del volante estrella de la Selección Colombia. Todo indicaba que el acuerdo estaba cerca. Pero como suele suceder en el fútbol, las cosas cambiaron rápidamente. Según Char, una oferta “doblemente millonaria” llegó a las manos de James y terminó por desviar al jugador de la ruta hacia el Metropolitano.

“La operación se cayó, no hay nada que hacer. A James le faltó ser más sincero. Hasta aquí llegó la negociación”, fueron las declaraciones que el dirigente ofreció a los medios, dejando a los hinchas con el corazón roto y el comercio con una mercancía que ahora solo servirá para coleccionistas o para remates de liquidación.

El efecto de la estrella fugaz

La Jamesmanía que invadió a Barranquilla terminó como una estrella fugaz: espectacular mientras duró, pero efímera y decepcionante al final. Los comentarios de los fanáticos no se hicieron esperar. 

Algunos, con humor, dicen que las camisetas podrían regalarse en las próximas elecciones. Otros proponen hacer rifas en los barrios para aprovecharlas, y hay quienes aseguran que los comerciantes tendrán que guardarlas hasta el próximo rumor de fichaje.

Para los comerciantes, sin embargo, la situación no es tan graciosa. “Mandamos a hacer más de 300 camisetas”, cuenta Mauricio Martínez, dueño de una tienda en el centro. Otros negocios ya piensan en ofrecer descuentos, esperando al menos cubrir los costos.

De la ilusión a la anécdota

En Barranquilla, donde la pasión por el Junior no tiene comparación, el fichaje de James Rodríguez parecía el cuento perfecto para alimentar la idolatría por el equipo tiburón. Pero como toda buena telenovela, el drama llegó rápido y con giro inesperado.

Aunque James no pisará el césped del Metropolitano vestido de rojiblanco, su nombre quedará en las calles y en las camisetas que, por unos días, representaron la ilusión de todo un pueblo. Quizá algún día se conviertan en piezas de colección, o en anécdotas de lo que pudo ser y no fue.

Mientras tanto, los hinchas del Junior volverán a lo de siempre: soñar con el próximo fichaje estelar, porque en Barranquilla, la esperanza nunca se pierde, ni siquiera con el 10.


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