
Influencer Policía Samario no va más en la institución: eligió la tranquilidad de la familia y presentó su renuncia
Aunque amaba servir al país como policía, Ricardo Andrade decidió colgar el uniforme por cuenta de la presión institucional que recibió por grabar videos educativos en redes sociales. La incomprensión de sus superiores, los conflictos internos y un traslado que afectó a su madre fueron las razones que lo llevaron a dar un paso al costado y reinventarse como creador de contenido familiar.
Ricardo Andrade nunca pensó que su pasión por enseñar terminaría sacándolo de la Policía Nacional. Por años, portó el uniforme con orgullo, combinando el deber con una vocación pedagógica que encontró eco en las redes sociales. Bajo el nombre de “El Policía Samario”, construyó una comunidad que lo admiraba por explicar normas, promover valores ciudadanos y acercar la institución a la gente con un lenguaje claro y respetuoso.
Pero el algoritmo no fue lo único que lo notó.
Sus videos, grabados con el uniforme, empezaron a incomodar en los pasillos institucionales. Primero fueron advertencias sutiles, luego llegaron las restricciones formales: debía dejar de grabar contenido en servicio y, sobre todo, evitar usar la imagen de la Policía para crear impacto en redes. Andrade obedeció. Bajó el tono, cambió de escenario, modificó los mensajes. Aun así, la presión no cesó.
En sus redes, Ricardo reveló lo que muchos ya intuían: la inconformidad venía desde adentro. Apuntó directamente hacia un superior de la oficina de comunicaciones, a quien acusó de liderar una persecución profesional, pese a que también producía contenido en redes, aunque con menor alcance. La rivalidad, según él, se volvió personal.
El detonante llegó con un traslado inesperado a la isla de San Andrés. No solo representaba un cambio drástico en sus funciones, sino un golpe emocional para su familia, en especial su madre, con quien mantiene una relación muy cercana.
Tras días de reflexión, diálogos con su familia y una evaluación de lo vivido, tomó una decisión definitiva: dejar la institución.
La noticia, como era de esperarse, se viralizó.
Hoy, Ricardo ha cambiado el uniforme por la cotidianidad de su hogar. Sus nuevos contenidos giran en torno a su familia, especialmente su madre, a quien le dedica muchas de sus historias. Con su carisma intacto y una comunidad fiel, continúa generando contenido que enseña, inspira y entretiene.
La Policía, por su parte, pierde a un agente que había encontrado una forma genuina de acercarse a la ciudadanía en tiempos donde la credibilidad institucional se juega también en el terreno digital.
No fue una decisión fácil. Pero él lo tiene claro: su vocación de servicio sigue intacta. Solo que ahora, la patrulla será un teléfono móvil y la audiencia, miles de ciudadanos que siguen creyendo que desde las redes también se puede construir país.
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