
Infarto fulminante mató a joven de 18 años tras susto por presenciar ataque armado
Ricardo Salguedo Rojas, de 18 años, murió de un infarto fulminante luego de estar presente en el lugar donde se registró un ataque sicarial. Aunque recibió una herida leve de bala en el hombro, su corazón no resistió el miedo.
A Ricardo Salguedo Rojas no lo mataron las balas. Lo mató el miedo.
El joven, de apenas 18 años, se encontraba en su lugar de trabajo, un taller de motos en el barrio Primero de Mayo de Barrancabermeja, cuando la violencia se desató.
Según testigos, dos hombres en moto llegaron al lugar. Uno de ellos sacó un arma de fuego y comenzó a disparar.
Ricardo, al ver la escena, hizo lo que haría cualquiera al enfrentarse al peligro: se levantó y corrió con todas sus fuerzas. No había tiempo para pensar. Solo escapar.
Los disparos se escucharon por todo el vecindario. Fueron al menos seis, según reportaron las autoridades. En medio de su carrera, Ricardo fue alcanzado por una bala en el hombro. La herida era leve, pero el impacto emocional fue brutal.
A pocos metros del taller, el joven se desplomó. Algunos pensaron que había sido alcanzado por otra bala, que su cuerpo había cedido ante la violencia de los tiros. Pero cuando lo revisaron, descubrieron que su herida no era grave. Lo preocupante era que no respondía.
Fue trasladado de inmediato a un centro médico, pero los médicos no pudieron hacer nada. La causa de la muerte: un infarto fulminante provocado por el terror del momento. Su corazón, joven y aparentemente sano, no resistió el susto.
Las autoridades aún investigan si el atentado iba dirigido a alguien específico. En el taller había más personas y no está claro a quién buscaban los sicarios. Lo cierto es que, tras el ataque, no persiguieron a Ricardo ni intentaron rematarlo cuando cayó al suelo. Todo indica que fue una víctima colateral del pánico, un inocente atrapado en una escena de violencia que jamás debió presenciar.
La motocicleta de Ricardo quedó estacionada frente al taller, intacta, como testigo de su última jornada de trabajo. Agentes del CTI de la Fiscalía llegaron al lugar para realizar la inspección técnica del cadáver y recolectar testimonios.
La comunidad del barrio Primero de Mayo está devastada. Quienes conocían a Ricardo lo describen como un joven trabajador, respetuoso, sin problemas con nadie.
La violencia no siempre mata con balas. A veces, el miedo también dispara.
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