Fuerza Ciudadana: el grupo político que cayó sin perder en las urnas


Tras más de una década de dominio político en Santa Marta y el Magdalena, el movimiento Fuerza Ciudadana enfrenta su peor momento: perdió la Alcaldía, su personería y ahora la Gobernación. Sus principales líderes han sido tumbados en  los despachos judiciales. La caída no vino desde las urnas, sino desde adentro: malas decisiones, errores y una cadena de desatinos jurídicos que los tienen viviendo un caos. 

Por Roger Urieles, director de Entérate en Línea 

Lo que Carlos Caicedo Omar comenzó en 2012 como una fuerza transformadora que retó a las castas políticas del Magdalena, hoy se desmorona como un castillo de naipes, no por falta de apoyo popular —que aún conservan en muchos sectores—, sino por una seguidilla de errores de cálculo político, fallas jurídicas y decisiones desafiantes ante advertencias claras. La revolución naranja que prometía un cambio profundo, atraviesa su peor hora. Y esta vez no hay discursos que puedan contener el derrumbe.

Perdieron la alcaldía en los despachos 

El primer golpe llegó con Patricia Caicedo, hermana del líder natural de Fuerza Ciudadana. Confiada en los triunfos del grupo político, se lanzó a la Alcaldía de Santa Marta en 2023, pese a estar advertida: su inhabilidad era evidente por el parentesco con el entonces gobernador Carlos Caicedo y por otra hermana que había manejado recursos públicos en el Distrito. Pero desoyó los avisos, se inscribió, hizo campaña… y cayó. El Consejo Nacional Electoral revocó su candidatura y dejó al movimiento sin plan A.

A las carreras apareció el plan B: Jorge Agudelo, un hombre de confianza, se inscribió fuera del plazo legal. Pese a que ganó en el preconteo electoral, sus votos fueron anulados. Resultado: Fuerza Ciudadana perdió por fuera de las urnas lo que parecía tener ganado dentro de ellas. La Alcaldía de Santa Marta quedó en manos de un rival, y la narrativa del “robo electoral” se tomó los discursos, pero no cambió la realidad jurídica.

La seguidilla de tropiezos no se detuvo ahí. En marzo de 2024, el Consejo de Estado le quitó la personería jurídica al movimiento. El partido, que había ganado gobernaciones, alcaldías y curules, ya no existía legalmente. Una jugada que los dejó sin recursos, sin avales, sin bancada. De nuevo, el error fue interno: no se cumplieron requisitos de ley para obtener la personería, y la demanda en su contra prosperó sin apelación efectiva.

Sin gobernación 

Pero el golpe más reciente y demoledor lo dio la Sección Quinta del Consejo de Estado este 8 de mayo de 2025: anuló la elección del gobernador Rafael Martínez por incurrir en doble militancia. 

El exalcalde de Santa Marta y hombre fuerte de Fuerza Ciudadana cometió, según el fallo, una “falta infantil pero grave” al haber apoyado a candidatos del Partido de la U en un video publicitario, mientras su propio movimiento llevaba aspirantes en esas mismas elecciones. Bastó esa escena, catalogada como prueba de doble militancia, para tumbar la elección respaldada por más de 306 mil votos. Un tecnicismo, sí, pero suficiente para arrebatarles el poder.

El panorama para Fuerza Ciudadana es lamentable: sin personería jurídica, sin Alcaldía, sin Gobernación y sin capacidad de decisión en la institucionalidad que tanto tiempo manejaron. Todo en menos de dos años.

En esta seguidilla de golpes han perdido a muchos de sus más fieles seguidores y representantes que decidieron apartarse e iniciar carrera política más cerca del presidente Gustavo Petro. 

Lo que se viene 

Ahora, el presidente de la República deberá nombrar un gobernador encargado mientras se convocan nuevas elecciones en un plazo máximo de 90 días. Será la oportunidad de oro para que Fuerza Ciudadana demuestre si aún le queda aliento para sobrevivir sin maquinaria, sin burocracia y solo con la fuerza de los votos.

Carlos Caicedo, desde las sombras del liderazgo, tiene ahora su prueba más difícil: levantar a un movimiento golpeado desde las entrañas, perseguido en los tribunales, pero todavía no vencido en las calles. “Lo que no logran en las urnas, lo hacen en los escritorios”, sentenció Rafael Martínez tras el fallo. Pero la historia, esa jueza implacable, parece gritarles algo más claro: el peor enemigo de Fuerza Ciudadana no fueron los clanes ni las castas… fueron sus propios errores.


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