Los dos jóvenes intentaron asaltar a un hombre en el sur de Bogotá, sin saber que era un oficial de la Sijín. El uniformado reaccionó al ataque y les disparó. Murieron en el lugar. Las familias aseguran que eran trabajadores y no delincuentes.

El robo no salió como lo planearon. Dos jóvenes que se movilizaban en moto abordaron a un hombre en una calle de Bogotá con la intención de quitarle sus pertenencias. No sabían que la víctima era un agente de la Sijín. En cuestión de segundos, lo que sería un asalto terminó en un tiroteo mortal.

Según las primeras versiones, los jóvenes descendieron de la motocicleta e intentaron intimidar al hombre, sin imaginar que estaban frente a un policía armado. El agente reaccionó al ataque, disparó y ambos cayeron sin vida en el lugar. El ruido de las balas rompió la madrugada y atrajo a los vecinos, que solo encontraron dos cuerpos tendidos sobre el pavimento junto a la moto en la que se desplazaban.

La escena fue rápida, pero suficiente para dejar dos familias destrozadas y una ciudad más golpeada por la violencia cotidiana. Las madres de los fallecidos, entre lágrimas, aseguraron que sus hijos eran trabajadores y que jamás estuvieron involucrados en delitos. Una de ellas dijo que su hijo:

“salió de la casa a hacer una diligencia y no volvió”, sin entender cómo terminó muerto en un intento de robo.

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La otra versión, la de las autoridades, es tajante: los jóvenes abordaron al uniformado con la intención de robarlo y este actuó en defensa propia. Lo cierto es que en segundos todo cambió. Un intento de hurto se convirtió en una tragedia irreversible.